miércoles, 3 de diciembre de 2014

Apuntes reflexivos de Rusty Andecor para la Navidad

Mientras en la estancia en que vivimos se enciende el fuego
de la hospitalidad y crece la genial llama de la caridad en
el corazón, los copos de nieve de la blanca esperanza caen
sobre nosotros, generosos, envolviendo nuestras ilusiones
y renovando ese escenario ya rancio y aburrido de la vida.
"La Navidad no es un momento ni una estación, sino un estado de la mente. Valorar la paz y la generosidad y ser indulgente es comprender el verdadero significado de la Navidad" (Calvin Coolidge)

Así que... amigos, compañeros de la vida, visitantes y conocidos ocasionales, cómplices de un mágico universo; un saludo a todos y bienvenidos a esta reflexión navideña, que -por cierto- es continuación de una parte de la que ya hice el pasado año. Y sobre esto disertaré; sobre afecto y generosidad, sobre ilusiones y esperanza. Y aunque sea un tópico, quiero aprovechar la ocasión, ahora que es Navidad, para hablar del color y la luz que adorna y derrocha, a veces, la ingenuidad infantil, porque...   "Aunque se pierdan otras cosas a lo largo de los años, mantengamos la Navidad como algo brillante. Regresemos a nuestra fe infantil" (Grace Noll Crowell)

Vale todo; la fantasía que aparece en nuestros
sueños, el escaparate en donde se escenifica
la luz y el color de la esperanza, pero es el
duende que nos deja la ilusión de la Navidad,
el que nos puede garantizar que los deseos
de felicidad se cumplan eternamente.
Pues... en principio, como ya dije en otra ocasión, pienso que  "la Navidad es una tienda rebosante de bálsamos disparatados y de válvulas extravagantes, en apariencia, para aliviar y limpiar el rigor del espíritu demasiado estricto y aburrido que transcurre durante el año". Como también pienso de la Navidadque "son nuestras ilusiones y desilusiones, nuestras generosidades y egoísmos, o nuestras simpatías y aversiones, las que mostramos en unos escaparates multicolores, de sonidos chirriantes y machacones, en ocasiones, carnavalescos, y en los que nos parece ver reflejada la solución para camuflar nuestra soledad y toda nuestra mentira, pero donde, también y a la vez, encontramos el remedio para evitar llevar a cabo la conspiración más terrible para nuestra humanidad: esa que amenaza a la esperanza de nuestro feliz destino". Porque... "no hay nada mejor, en definitiva, que reencontrarnos con la esperanza de nuestra primitiva generosidad y la ilusión de superar viejos resentimientos".

Por cierto, Washington Irving dijo que "la Navidad es la temporada para encender el fuego de la hospitalidad en el salón y la genial llama de la caridad en el corazón"

Y es que, por una  parte, la Navidad, con independencia del mensaje frívolo y engañoso que ofrece la tentación de ese monstruo del consumo, y dejando a un lado la insinuación que pretende convencernos de que es obligada la representación de la misma escena cada año, nos descubre que ese otro mensaje más antiguo de esperanza y de renovación dirigido, solo para unos días, hacia una finalidad casi exclusiva de espiritualidad religiosa, debería ser la pauta de conducta a seguir durante el resto de nuestra vida. De lo que yo extraigo que... "La autenticidad del mensaje que la tradición pretende dar con el nacimiento de esa esperanza, en todas su profundidad, es lo que debe quedar entre nosotros.

Para encontrar el camino de la ilusión, a veces es preciso coger
el tren que nos pueda llevar a las escenas que representaban
nuestros más cercanos sueños. Porque es el "avance" de las
secuencias que deseamos recrear en nuestro próximo futuro
las que pueden hacer realidad nuestras ilusiones. Tal vez,
cuando ese tren llegue a nuestro destino, tengamos allí
alguien esperándonos, alguien que nos reconforte y dé
luz a nuestra soledad. (Pintura de Jeff Rowland)
Porque, y por otra parte, esa "plenitud de reconciliación con los demás y con uno mismo", a la que ya me refería como necesidad anímica e incluso espiritual en mis anteriores reflexiones, es -pienso yo- una de las claves de nuestro equilibrio emocional, como lo es el "rebobinado" de las mejores escenas de nuestra vida, las que más nos complacieron y recompensaron nuestras frustraciones. Sin embargo, y esto es importante, aunque nos parezca extraño, hay otro recurso que puede servirnos para alentar la luz de nuestro destino y hacer más fácil el camino de la ilusión, y es la posibilidad de activar el "avance" de las secuencias que deseamos recrear en nuestro más próximo futuro; quizá, de hacer realidad la representación de lo que aparece en nuestros más cercanos sueños. En definitiva, contando con el impulso de nuestra confianza y la mejor voluntad, y con el empuje de nuestro tesón y constancia, puede contribuir, todo ello, para lograr que se cumplan la mayor parte de nuestras expectativas y de nuestras ilusiones.
No debemos intentar detener "el reloj del tiempo" poniendo
en su interior el oro de la riqueza en vez de la arena de la
sobriedad que contenía en principio. Debemos saber que
esa manipulación rompería su esfera y haría detener ese
reloj. Y, con ello, destruiríamos el tiempo que nos quedaba.

Bien es cierto que no podemos cambiar el mundo, ni la ambición de quienes lo dirigen y corrompen, ni la perversidad de quienes lo denigran o lo destruyen poco a poco; que no podemos cambiar nuestra suerte, como tampoco podemos detener el reloj del tiempo que ha de marcar las escenas que nos quedan por representar. Sólo podemos llevar en nuestro equipaje de "viajero de la vida" lo imprescindible para que la recreación de ese escenario, que el tiempo nos tenga reservado contemplar, sea lo más vistoso y complaciente para nosotros. Sólo es necesario llevarnos la esperanza, la ilusión y la confianza en nosotros mismos. Porque... llevar en ese equipaje otro ingenio con el que pensemos que podríamos manipular el tiempo, como riquezas o bienes materiales, no serviría para dar resplandor a nuestra futura e incierta felicidad, y menos para prolongarla. Y es que... intentar detener el tiempo en un escenario, sería como "parar el mecanismo de su reloj", con el riesgo de que no podríamos volver a ponerlo en marcha.

En mis ensoñaciones, siempre pensé que hay un "café de París",
frente a nosotros, aún en los momentos más brumosos de la
vida, en los que podemos recurrir a recuperar ese valioso
diamante que guardamos allí para salvar las escenas más
temidas o desafortunadas de nuestra vida.
Finalmente, se me ocurre que siempre podemos contar con un recurso eficaz y valioso, algo que puede salvar la situación más crítica de ese inquietante escenario que nos aguarda en el "avance" de nuestro futuro. Además, ahora es Navidad, y quizá... esa especie de encantamiento, casi infantil, que la envuelve, y que protege nuestro frágil corazón, puede hacer el milagro. Se trata de la esperanza del "talismán" que hemos de guardar siempre en lo más profundo de nuestro equipaje de eterno viajero, para convertir esa contingencia o riesgo de infortunio en la salvación de una malograda secuencia de nuestra vida. Quizá, es un "diamante", simbólico, por supuesto, y que deberíamos custodiar y conservar en la reserva de parte de esa generosidad que todos llevamos camuflada, precisamente en el corazón.

Hay un "talismán" en forma de árbol de Navidad,
 pletórico de luces y colores, repleto de blancas
estrellas, que representan la esperanza de
nuestros corazones. Quizá en su interior está
ese "diamante" valioso, "por si las cosas fueran
mal", capaz de protegernos de las amenazas
y de la incertidumbre de nuestro feliz destino.

Muchas veces he recurrido a un escenario que siempre me cautivó, y que ahora, "que es Navidad", me encanta volverlo a traer aquí. Y es aquello que dijo una vez un personaje del cine: "... y la idea es que no importa lo mal que te vayan las cosas, ni lo que te hagan y... no importa, porque siempre te queda algo; es decir, un diamante". Aquel film era "Havana", y Jack su personaje protagonista que representaba Robert Redford. El mensaje de la frase de Jack era, para entender su sentido, cuando después de someterse a una sencilla cirugía introduciéndose un diamante debajo de la piel de su brazo, sugerir la forma de disponer de esa última riqueza que aún le quedaba, preservándolo como el mayor tesoro: la esperanza para... "cuando las cosas fueran mal, sin importarle lo que te hicieran". Porque la idea es esa; la generosidad con la que siempre podremos salvar la amargura o el sufrimiento de quienes están entre nosotros, e incluso nuestra propia soledad. Pero también la esperanza para poder ahuyentar la desconfianza de nuestra dudosa dignidad.

En fin... "La Navidad... no es un acontecimiento, sino una parte de su hogar que uno lleva siempre en su corazón" (Freya Stark). Yo creo que es ahí, en el corazón, en donde llevamos ese "calor navideño", que es el que cuida y protege ese  valioso "diamante", el que un día podrá salvarnos de la temida infelicidad.
  
Mi deseo para todos vosotros, y naturalmente para mí también, es que la generosidad de ese "diamante" que todos guardamos en el corazón, ahora que nos protege la magia y la ilusión de la Navidad, se convierta en la esperanza de nuestro feliz destino.


Ángel González "Rusty Andecor"

"Hay una eterna Navidad en el corazón de los que sentimos el afecto sincero y la generosidad incondicional por nuestros semejantes". De mis Reflexiones para la Navidad , publicadas el 1 de diciembre de 2014. (Hacer clic en el enlace bajo el título)

martes, 30 de septiembre de 2014

Los encantos y temores de la soledad

La soledad le acompaña siempre en la ilusión de su banco.
Ahora, Sophie estaba muy lejos de un destino ligado a aquel
lugar cuando soñaba con la vida, en su embeleso inagotable,
sentada al borde de la fuente. Pero entonces... "tú comprendiste
la triste verdad y deseaste desesperadamente volver a aquel
parque, junto a aquella fuente y en aquel banco, para soñar
con tu maravillosa juventud".
“Hay destinos humanos ligados con un lugar o con un paisaje. Allí en aquel jardín, sentado al borde de una fuente, soñaste un día la vida como un embeleso inagotable. La amplitud del cielo te acuciaba a la acción; el alentar de las flores, las hojas y las aguas, a gozar sin remordimientos”.
 
“Más tarde habías de comprender que ni la acción ni el goce podrías vivirlos con la perfección que tenían en sus sueños al borde la fuente. Y el día que comprendiste esa triste verdad, aunque estabas lejos y en tierra extraña, deseaste volver a aquel jardín y sentarte de nuevo al borde la fuente, para soñar otra vez la juventud pasada” (“Ocnos”, Luis Cernuda).

Quién le iba a decir al poeta Cernuda que en su poema “Jardín antiguo”, había descrito también parte de la vida y del destino de aquella “viajera” de un cuento que resultó ser real.
 
Y recordaste aquella escena, en colores sepia y en aquel
lugar, sentada en aquel banco del parque, junto a la
fuente, mientras soñabas con tu esperanza y con la
ilusión de “tu juventud pasada”. Sophie había dejado allí
una parte de ella y ahora deseaba regresar para
recuperar aquel “encanto de su soledad”.
Decía Amadeu de Prado, personaje de la novela de “Tren de noche a Lisboa”, de Pascal Mercier, ahora llevada al cine: “Cuando abandonamos un sitio dejamos allí una parte de nosotros. Nos quedamos allí aunque nos marchemos. Y hay cosas de nosotros que sólo podemos recuperar si regresamos a ese sitio”.
 
“Viajamos a nosotros mismos. Cuando vamos a un lugar donde hemos recorrido un tramo de nuestras vidas, por muy breve que haya sido la estancia. Pero al viajar, nosotros mismos nos tenemos que enfrentar a nuestra propia soledad ¿y no es así que todo lo que hacemos es por miedo a la soledad? ¿Es por eso que renunciamos a todas las cosas de las que nos arrepentiremos al final de nuestras vidas?
 
Los secretos de la soledad no sólo están en el olvido de quienes
se ausentaron y no están ya en ese banco que te acompañó en
tu viaje, sino en el abandono de las escenas que "rodaron" la
película de tu vida y que no fuiste capaz de recuperar o de
retener, cuando aún las tenías contigo.


La respuesta de esta reflexión que hizo Pascal Mercier, a través del personaje de su libro, Amadeu de Prado, está –precisamente- en los secretos de esa soledad, de su encanto o amargura, pero de una dimensión que unas veces tememos y otras buscamos.
 
Esa dimensión del estado del alma, más que de la falta de la compañía de del calor humano, no tiene porqué ser el destino que buscamos cuando viajamos a nosotros mismos o cuando volvemos al lugar que deseamos recuperar, ni porque renunciemos a lo que temamos hacer.
 
Estoy convencido, porque lo he sentido, que la soledad empieza cuando te rodea el silencio del corazón, cuando los recuerdos, aquellos que deberían permanecer en el lugar al que deseamos volver, te han abandonado; cuando sabes que has hecho un viaje a tu
Siempre hay un recurso, un medio que nos ayude a recuperar una
de las escenas que más echamos de menos ahora y que pueden
mitigar nuestra soledad. Quizá encontremos allí, en aquel lugar,
el violín que nos devuelva la música del corazón.
pasado, o incluso a tu futuro, inútil, porque no has encontrado la compañía de ese mundo interior que tú ibas buscando. Es entonces cuando empiezas a sufrir el temor a la soledad y su amargura. En cambio, si con la ayuda de tus ajustes del alma, consigues recuperar las imágenes, los colores y hasta los sonidos de aquellas escenas, gratificándote los recuerdos que aún permanecían en tus sueños, entonces, tendrás la impresión de sentir “los encantos de la soledad”.
 
Es cierto que la soledad también se produce cuando nadie te sonríe desde el alma, cuando nadie te transmite un mensaje afectivo de atención a tu vida. Es una soledad más próxima a esa falta del calor
La soledad no sólo está en la noche inmensa de la vida sino en el
atardecer de nuestro largo viaje. La esperanza, para alejar el
temor de la soledad, está en la luz que siempre aparece en el
horizonte y en el reflejo de las aguas tranquilas que nos hacen
ver que el mundo todavía es maravilloso. (Panorámica de Coria)
humano del mundo, y nadie estamos ajenos a sentir la frustración y el desencanto de esa soledad, cuando nos afecta. Sin embargo, nos queda buscar un último refugio en la comprensión del ser humano que aún no habíamos encontrado, quizá su sonrisa del alma y su mensaje interior te harán sentir “los encantos de la soledad”.
 
Pero la soledad está también en el tiempo del ocaso de la vida, en el momento más próximo o lejano al crepúsculo de nuestro viaje. Pensamos en todos los años transcurridos y nos parecen demasiados en comparación con los que creemos que nos quedan por vivir. Pensamos, quizá, en lo poco que nos ha de quedar; incluso, a veces nos inquieta o nos aterra que el tiempo se nos ha de acabar antes de lo previsto, sin que absolutamente
nada podamos hacer, en la fulminación de un instante desafortunado.  Y todo esto,  si no
Cuando aparece la fatalidad o el ocaso en el viaje
de la vida, no debemos dejarnos llevar por el
abatimiento. Antes bien, deberíamos aferrarnos a
esa rosa de la esperanza que alguien, que no nos
había olvidado, nos la entregó para que no
temiéramos jamás a la soledad.
somos capaces de aceptarlo, nos produce un temor que se traduce, unas veces en un pesimismo compulsivo, otras, en soledad, en la soledad de un tiempo que se acorta en nuestras vidas. Quizá es el momento en que deberíamos comprimir todo el millón de ilusiones y deseos que anhelamos, dándoles el color más hermoso que podamos encontrar en nuestra paleta de colores, para convertir esos años en los más intensos y reconfortantes.

 
Y éste es el mismo ánimo, a veces conformidad y paciencia, y el mismo deseo de vivir, con el entusiasmo y pasión que podamos conseguir, el que tenemos que lograr cuando también pensamos en la desventura de la enfermedad, cuando sentimos que nos limita o nos causa dolor, o nos inquieta y preocupa su mal porque nos acorte la vida. Y es el empeño que tenemos que poner, para evitar el desaliento y la pérdida de nuestro ánimo, buscando instantes de ilusión para evitar la tristeza y amargura de la soledad; amargura o dolor que luego pueda incitarnos a la desesperación.
  

Vista así la soledad, en su dimensión tan dispar, cuando se pasa de su encanto a su amargor, deberíamos considerar el significado de algunas citas literarias que ilustran ese
La soledad nos incita a pensar demasiado, y la oscuridad de la
noche, o el engaño de una luz que nos deslumbra, nos puede
llevar a sobrepasar el límite que separa nuestro mundo auténtico
de la irrealidad. Son los ajustes del alma los que han de buscar
el equilibrio emocional para evitar el abatimiento y el pánico
de las tinieblas de la soledad.
contrapunto, pero también su reflexión. Y si bien es cierto que, como decía Schopenhauer
, "La soledad es la suerte de los espíritu excelentes", no debemos olvidar que "La soledad nos incita a pensar demasiado, nos sugiere y nos tienta hasta extralimitar la frontera de la imaginación. Y la soledad nos inquieta y nos desalienta cuando no hay nada que compartir, conduciéndonos, a veces, al abatimiento, cuando no a la desesperación”. 

(Rusty Andecor)

  
Cuando nos envuelve la soledad, deberíamos buscar "la
antesala de la reflexión del alma", pero nunca debemos
sentirnos atados al desencanto, sino libres para llegar
a ese estado complaciente que se produce en la
intimidad de nuestro retiro.


Y si, como decía Gustavo Adolfo Bécquer "La soledad es el imperio de la conciencia", pensemos que "la soledad es la antesala de la reflexión del alma y el mejor auditorio para escuchar la música del corazón" (Rusty Andecor). Pues la soledad es la sensación entre el discurrir de esa decepción y amargura que origina la incomprensión, el distanciamiento y el egoísmo humano, y la complacencia o disfrute de la plenitud de ese estado generoso que se produce en la intimidad de nuestro retiro.

  
Decía Henry Davidd Thoreau “Jamás hallé compañero más sociable que la soledad”. Sin embargo, cuando la soledad nos inquieta, nos oprime o nos  desespera,  lo mejor es 
Hay momentos de la vida en que no hay nada mejor que sacar un
billete y acercarse al andén para coger el tren de la esperanza.
El equipaje... solo una maleta llena de lo más generoso que pueda
aportar nuestro corazón y una mascota que represente la ilusión
que más nos identifica. Será lo más valioso para llevar a quienes
nos espera en nuestra estación de destino.
abandonar ese espacio sereno y apacible que antes nos cobijaba y gratificaba, y que ahora nos perturba y desazona. Luego, deberíamos sacar un billete para coger el tren de la esperanza. Y sólo
necesitaremos llevar una maleta con todo lo más generoso que pueda aportar nuestro corazón y una mascota que represente la ilusión que más nos identifica, porque todo, y solo ello, será lo mejor que podamos ofrecer al mundo que nos espera en nuestra estación de destino.
Revisemos ahora el concepto amplio y más común de la soledad. Pues cuando en “Mi reflexión sobre la soledad”, me refería a ella como “pesar y melancolía que se siente por la ausencia, abandono o pérdida de alguna persona o cosa”, creo que me dejaba llevar por el estado anímico y emotivo que, en parte, contribuye en la complacencia de nuestra felicidad o en su desventura. Y en contradicción con su concepto más literal y
El ser humano, a veces, cuando percibe que vive en compañía
de un mundo ajeno a ti, se ve empujado a cobijarse en otro
universo en donde puede apoyarse en ese amigo que
mejor le entiendo.
explícito, me refería también a que “hay una soledad que se padece más cuanto más acompañado te encuentras, aquella que se sufre cuando estamos inmersos en medio del calor humano”
  
Pensé que "La soledad es un sentimiento que cada ser humano tiene alguna vez y que debe vivirla en cada una de las etapas de su vida”. Reflexioné que, en ocasiones, “La soledad es el mejor compañero del alma, con quien mejor uno se siente, porque es como vivir en un gran espacio donde siempre respiras un aire limpio”. Y lo cierto es que hay ocasiones en que hemos pensado que la soledad es el único estado digno del ser humano.
 
Y no es “la soledad de estar sólo”, la más terrible, ni siquiera la más escasa y necesitada de “calor humano”. Para mí, es mucho más frustrante e insoportable la que se percibe y se sufre viviendo en compañía de ese mundo ajeno a ti, que ni te escucha ni te
Puede que, a veces, no sea necesario escaparse del mundo
que te decepcionara o te hiciera insoportable la convivencia
con él. Entonces, sólo haría falta un lugar relajado, pacífico,
en donde encontrar ese bálsamo "milagroso" que pueda
ofrecerte otro ser humano que esté dispuesto a ayudarte
a superar tu conflicto y recuperar la confianza perdida.
comprende, que solo muestra su frivolidad, su egoísmo y su mentira. Por eso, a veces te ves empujado a cobijarte en la intimidad de ese universo que mejor te entiende, y en el que encuentras el desahogo de tus frustraciones y el bálsamo de tus desencantos; ese universo que luego se convierte en tu cómplice y tu mejor amigo.
 
Precisamente, y en aquel primer ensayo sobre la soledad, concluí con esta reflexión: “Frecuentemente, la soledad es el mejor antídoto para evitar el embrutecimiento de los valores humanos y la receta para no caer en el cinismo”; y pienso que es, también, “la mejor terapia para madurar después de un malogro, desventura, frustración o error cometido”. Pero, además, añadí que, a veces… ”es como un bálsamo milagroso que, tomado bajo una dosis pautada, puede hacerte recuperar la dignidad degradada o perdida”.
 
Años después, José Luis se fue, no volví a saber de él. Desde
entonces me quedé sólo en la barra del bar, pero encontré
el encanto de la soledad en la inspiración que me  ofrecía
la imaginación y la compañía de mi taza de café. Hace
dos años, recordaba aquella viejas escenas en ese otro
bar-café de los lagos de los Picos de Europa
Hay una anécdota sobre una experiencia vivida que tuve hace ya muchos años y que ilustra, de alguna forma, la conclusión reflexiva y a la que me refería anteriormente. Recuerdo alguien que conocí entonces, que solía tomar su amarga soledad, al parecer, en una taza de café, junto a otra que pedía y mantenía siempre próxima a la suya. Acostumbraba a tomar aquel café en el mismo Café-bar en que yo lo hacía, junto al lugar de mi trabajo y, también, al suyo. Cada día, sobre las 9 de la mañana, lo veía en un extremo de la barra del bar; solo él con sus dos cafés, primero tomaba uno y luego, contemplaba la taza y tomaba el otro. El camarero no lo entendía, porque aquella persona pedía siempre los dos cafés al mismo tiempo. Mucho después, yo pude ya entenderlo. José Luis Clari, que así se llamaba
Pienso que no se puede "tomar la amarga soledad" en una taza de
café en completa soledad. Pues se puede tomar ese café junto a
los recuerdos que llevamos dentro, endulzándolo con "los encantos
de la soledad", como un azucarillo. Porque debemos dar ocasión a
la esperanza que quizá nos ofrece ese ser humano que puede
acompañarnos, también, con una taza de café junto al nuestro.
(Es una escena en el "Cafe de Flore")
fue después uno de mis mejores amigos. Un día coincidimos en el mismo lugar de la barra del Café, comenzamos a hablar y me explicó cuál era el significado de aquel otro café. Y entonces, desde que yo empecé a acompañarle cada mañana, no tuvo ya ocasión de pedir aquel café solitario. Y lo cierto es que el camarero, a partir de ese día, nos serviría los dos cafés, uno para él y otro para mí.  
 
Recuerdo, también, a otra persona que conocí, aún hace más tiempo, y que solía hacer algo parecido con sus cafés. En realidad no era exactamente lo mismo, ya que, según me dijo alguna vez, se adelantaba a que llegara el amigo que esperaba y pedía ya su taza. Al final, sé que se quedó sola con su café, porque aquel amigo no llegó nunca. Supe después que,
durante mucho tiempo, “los encantos de su soledad” le acompañaban en aquella taza de café. Y supe que su encantadora soledad la solía llevar a su eterno banco del parque.
  
En fin… el caso es que yo a veces me pregunto ¿dónde está, exactamente, la soledad, esa que no es la de “estar sólo”, sin nadie cerca de ti? Y yo creo que todos nosotros la llevamos en alguna parte; en nuestras rutinas, en nuestro trabajo, en nuestras reuniones, charlas y discusiones con la familia y los amigos, o incluso, entre las frías y silenciosas paredes de nuestra vida.

(Subtexto de la imagen: "Sentimos, en ocasiones, un silencio y vacío, cuando ni el alma acompaña nuestra soledad. Y para no derrumbarnos, tenemos que apoyarnos en la columna de la esperanza y encender, en nuestro alrededor, las luces de la ilusión)
  
Y estoy seguro que todos hemos sentido, alguna vez, esa sensación, que se podría describir como… algo así: “Cuando necesito la atención o el apoyo de alguien, sólo encuentro silencio y vacío. Otras veces, cuando creo o cuando sé que nadie me necesita,
El desconsuelo del ser humano se produce cuando
sientes que quienes te rodean "no entran en tu
corazón" y percibes que no existes para ellos. La
amargura de la soledad llega cuando has perdido la
esperanza del encuentro de "a quien contárselo".
ni desde cerca ni de lejos, percibo esa misma sensación. Y es entonces cuando tengo la impresión de sentir la más amarga de las soledades. No es que te falte gente a tu lado, ni que te falten estímulos o, incluso, placeres que llenen los momentos de tu vida. Sino que ves que la gente que te rodea “no entra en tu corazón”, no les interesan, ni tus inquietudes, ni tus preocupaciones, ni tus alegrías, y sientes, además, que no te comprenden. Están contigo, en tu vida cotidiana, es cierto; en la conversación que hay en tu mesa, en la calle, en el café en las celebraciones, pero sólo por rutina o porque quieren disfrutar de la frivolidad del momento”. Y esa es, en parte, la amargura de la soledad. Pero hay ocasiones, en que sabes muy bien que alguien necesita de ti; es entonces cuando la amargura, para el que siente que su soledad se puebla de calor humano, se alivia, se transforma, porque se recupera la ilusión. Y hasta podemos sentir “los encantos de la soledad”, pues como decía G. Adolfo Bécquer “La soledad es muy hermosa… porque se tiene a alguien a quien contárselo”.

Con el equipaje lleno de sueños, esperando a ese tren que le
llevará a un destino en donde la soledad se convertirá en una
sonrisa y en un consuelo.
Y para terminar, no me resisto a quedar aquí algunos de aquellos versos de mi viejo poema “A un destino”:
 
“Sólo camino, sin más empeño,
veo el horizonte, sin más recelo;.
sólo camino, cabal y entero
y en mi equipaje, llevo mis sueños
   
Llego a un destino que aún no conozco,
es el remanso y quietud que anhelo;
siento el vacío mirándome sólo,
quedo tranquilo y veo en un espejo:
es tu sonrisa y es mi consuelo”.
 
No sé si lo imaginé, o lo viví; pero creo que algo tiene que ver con el subtexto de la primera imagen de este ensayo sobre la soledad y con el poema de Cernuda. El caso es que… nunca olvidaré aquella amiga que solo deseaba un aliento de ilusión, en forma de rosa, de… la rosa de la soledad. “La esperaba de un amigo, de un corazón como el suyo.
La rosa, la esperaba de uno amigo. Mas, aquella
flor se quedó en el olvido. Y pasado un tiempo le
llegó de otro destino, de un seductor y atractivo
galán, que portaba el disfraz de su mentira y
el aroma de su fatal mensaje y un amargo sino.
 Pero la flor se quedó en el olvido, y su amigo… en el camino. Más tarde, aquella rosa le llegó de otro destino, de un seductor enmascarado, que tras su apuesto disfraz y semblante de galán, se escondía su mentira. Le llevó la flor, impregnadas de algo más que soledad; de un fatal aroma, de una leve ceguedad y un amargo sino”.
 
Y como epílogo, unos versos y un pensamiento. Los versos son de Pablo Neruda y dicen:
 
“Nunca te quejes de tu soledad o de tu suerte,
enfréntate con valor y acéptala.
De una manera u otra es el resultado de tus actos y prueba que tu siempre
has de ganar”.
  
"Levántate y mira el sol por las mañanas y respira la luz del amanecer.
Tú eres parte de la fuerza de tu vida,
ahora despiértate, lucha, camina.
decídete y triunfarás en la vida;
nunca pienses en la suerte,
porque la suerte es el pretexto de los fracasados".
  
Y el pensamiento, porque no me atrevería a llamarlos versos..., es:
 
("... allí percibo los aromas de su otoño, y la música, el color de
su poesía, los suspiros de su viento y la música de su mágica,
encantadora y bella soledad")
"Que nadie robe mis lánguidos y solitarios atardeceres;
pues son cómplice y testigo de mi libertad,
dejad que allí perciba su poesía, los aromas de su otoño,
los suspiros de su viento, y la música y colores
de su mágica, encantadora y bella soledad.
  
Que nadie robe mis sombríos atardeceres,
dejad que ponga pintura en mis palabras,
que no me quiten la paz de mi silencio,
que la mentira no ensucie mi verdad".
  
  “Rusty Andecor”

jueves, 28 de agosto de 2014

Dos oficios muy comunes: el hablador dominante y compulsivo y el escuchante resignado y sufrido

Hay habladores que exponen o discuten, hay habladores que
observan y hay alguno que... algo más apartado, aprovecha
 para tomar una copa de buen vino. (Foto cata en casa Pachi)
“Hay habladores que gustan de llenar los espacios
con los ecos de su perorata,
quizás para revelarse como protagonistas
de la reunión o la tertulia,
o quizás para hacer sombra a sus rivales en la charla.
Tal vez porque esos habladores sólo admiten su razón
o porque envidian a sus competidores.
Casi siempre son “conversadores compulsivos” e irrefrenables en su debate
y aturden con su resonancia a los "escuchantes";
porque, además, no saben desvanecer el final de su discurso,
ni se privan de moderar el nivel sonoro de su voz”.
(Ángel González "Rusty Andecor")

El caso es que, partiendo de una célebre frase de Oscar Wilde, la charla, la tertulia, debería empezar con la fe puesta en nuestras dotes del “buen conversador”. Por eso, y como él mismo decía: "No voy a dejar de hablarle sólo porque no me esté escuchando. Me gusta escucharme a mí mismo. Es uno de mis mayores placeres. A menudo mantengo largas conversaciones conmigo mismo, y soy tan inteligente que a veces no entiendo ni una palabra de lo que digo". Pero esto, aparte de la carga de sentido del humor, con la que podríamos responder al “conversador compulsivo”, para que se dé por aludido, es la afirmación de un ejercicio de confianza en uno mismo, con el fin de combatir la interminable y molesta perorata de ese hablador irrefrenable que llena de ecos los espacios sagrados de los recintos tertulianos.
   
La conversación más relajada y distendida surge, por lo general,
en una comida de familia o de amigos, como éste caso, en el que
aparecen mis amigos, de izquierda a derecha: el malogrado Juan
Huertas, Carlos, Modesto y Domingo. (Foto comida de trabajo)
Para empezar, y al margen de su definición de diccionario, recordemos que una conversación no es un monólogo, sino un diálogo, una dinámica participativa de expresión oral en la que intervienen dos o más personas. Que debería ser homogénea y equitativa en la participación de su contenido y de su tiempo, y que no debería alterar la exposición de la opinión de los demás, ni siquiera el derecho a la razón del oponente.
   
Desde luego, una buena conversación debería ser “el arte de nunca aburrirse”, de saber decir todo con interés y de seducir con casi nada. Y que, como decía Winston Churchill, “una buena conversación debe agotar el tema, no a los interlocutores”.
  
"Nuestro amigo Victorino Martín, charlatán ocasional, se
entusiasma y nos entusiasma con su conversación (sobre los
toros, claro), pero deja que "prosigamos en el surco que él
ha trazado" con su tema, y nosotros, atentos, en principio,
damos nuestra opinión e intercambiamos después pareceres.
Alguien dijo también que “Conversar es entrar en el surco que ha trazado el otro y proseguir en el tramo y perfección de aquel surco”. En definitiva, deberíamos defender las virtudes de la conversación como un ejercicio constructivo de intercambio de ideas, pareceres y opiniones, y no con la finalidad de una competición de conversadores que persiguen lucirse o triunfar en el debate, y menos como un recurso para poner en evidencia a otros, para aprovechar la crítica o censura fácil e, incluso, infamante, o para provocar un altercado dialéctico con fines destructivos.
   
Para entrar ya en lo que se refiere a los vicios de la conversación, empecemos poniendo como ejemplo la realidad de nuestra charla más común o la polémica que puede surgir en cualquier foro tertuliano: ¿Alguna vez te has dado cuenta, cuando te encuentras en una
Mi amigo Antonio, situado a la derecha del todo, habla y pone
su nota emotiva en mi despedida cuando me jubilaba (allí,
casi al fondo a la derecha). Los demás, unos atienden, por
cortesía y por respeto a quien pronuncia el discurso, otros
bromean, y quizá hay quien no escucha y habla con otros. 
reunión o tertulia, cómo hay gente que “se escucha a sí mismo” y no atiende a los demás, aquellos que intentan intervenir? ¿Y cómo se manifiestan en forma de monólogo, porque, aunque se oigan más intervenciones, no son capaces de admitir el turno y la posición del interlocutor que reclama su tiempo?
  
Todos nosotros (yo mismo) nos hemos encontrado alguna vez desempeñando el desconsiderado papel del personaje “el hablador sin freno” y hemos pecado con nuestra falta de empatía y con una indiferente incomprensión hacia los escuchantes. Sabemos que sólo hace falta un pequeño esfuerzo de atención y de respeto hacia quienes también han de participar, pero nuestro afán por sobresalir y querer imponer la razón nos
El hablador compulsivo "no para de hablar", mientras algunos no
pueden evitar mostrarse aburridos o ausentes y otros, cansados
de su arenga, se quedan dormidos. (Pintura de Jean Beraud)
impide ceder nuestra palabra y nuestra posición. Es la misma empatía, pero la que ahora buscamos, en el momento que somos la parte más callada y desmarcada, porque el “hablador compulsivo" o "conversador dominante” no nos deja intervenir; esa misma empatía, como digo, es la que nos hace ver la posición arbitraria de quien pretende protagonizar la charla o reunión, y es la que nos enseña que hemos de ser tolerantes y respetuosos con el resto de los participantes de la conv
 ersación.
   
Por tanto, y si nos fijamos en el desequilibrio del transcurso de una conversación o debate, uno de los problemas que surge, es la anarquía y confusión que se establece entre los conversadores, cuando es el “hablador dominante”, el que la dirige o la mantiene en exclusiva (“el que no para de hablar”), y el que, casi siempre, termina aburriendo a los demás. O cuando, en contraposición al dominante, es el “hablador callado”, que apenas interviene, no porque no tenga argumentos, sino porque se comporta de modo tolerante o paciente hacia quien quiere sobresalir, o –simplemente- porque el “aparato” de quien
Curiosamente, a veces no hay reglas para compartir, en una gran
concurrencia, la charla amena y distendida. La informalidad de
una reunión no precisa reparto de turnos ni moderador. De forma
natural se organizan grupos y cada uno elige o descarta su
participación en uno o en otro. (Foto del III Encuentro del Vinilo)
domina la tertulia o debate no le anima a intentar buscar su turno para exponer su parte del diálogo.

A veces, y ante la impertinencia y descaro de quien domina exclusivamente la charla, es la cortesía del resto de los participantes, y puede que hasta el afecto hacia aquél, cuando no la cortedad, la que reclama discretamente su turno para que permita la intervención del resto del grupo en el coloquio o debate. En ocasiones, cuando se pretende una participación total y más equilibrada, son las reglas, las que se deben establecer para evitar ese desequilibrio. Tal vez, la figura discreta de un moderador o presentador de la ponencia o debate que marque los turnos, o la necesidad de asumir una disciplina en la exposición con un desvanecimiento fonético en el discurso, cuando ya se ha expuesto una parte del mismo, pueden ser recursos útiles y a veces indispensables para el éxito de una conversación.

El calor humano que produce una charla informal, a veces, es
compatible y permite que alguien pueda erigirse en conversador
dominante, mientras que se acompaña de una intervención
simultánea de sus participantes. (Foto del citado III Encuentro)
Lo cierto es que no es extraño ni ocasional que una charla o tertulia se celebre “sin orden ni concierto” en sus intervenciones, en circunstancias clamando varios a la vez, a veces en creciente vocerío. No es normal que se produzca una conversación ordenada, con disciplina del respeto de turnos, como no sea durante la formalidad de un acto previamente dispuesto, con un moderador y un orden de turnos. Ni siquiera podemos ver ese debate sosegado y equilibrado, con mesura y respeto, entre los invitados de una tertulia en los foros que se celebran en las cadenas de televisión; es más el ejemplo que nos dan determinados programas de tertulia o debate nos demuestran lo bochornoso que puede ser el intercambio y discusión de opiniones entre los mismo profesionales de la comunicación y en los medios de ámbito nacional.
  
Otro gran problema del buen desenvolvimiento de la conversación es el caso de “la sordera” de ese amigo al que le hablas y no te escucha, porque, o bien se complace en demostrarnos sus presuntas dotes de elocuencia, o quizá se ve envuelto con una supuesta
Hay ocasiones en que se produce una extraña complicidad entre
el "hablador compulsivo" y el camarero de la barra que finge
atender su matraca. Los dos suelen interpretar su papel de
forma impecable; el hablador, su histrionismo, el camarero,
su cortesía y discreción. (Fotograma de "El resplandor") 
atracción o gracia ante su numerosos participantes, o bien porque piensa que carece de interés lo que le digan los demás y, por eso, sigue “sin parar” con su “ponencia”. Es evidente, por desgracia, que quien se cree seductor de la retórica o “sabedor de su verdad”, no va a entrar en una dinámica de turnos de opinión, ni de ceder un ápice en esa “verdad” que defiende.
  
Puestos en nuestra posición, ahora ya, de “sufridos escuchantes”, cuando hemos aprendido a ser respetuosos, tolerantes, e incluso generosos con el “conversador compulsivo”, nos preguntamos ¿qué podemos hacer para disfrutar de una conversación, de una tertulia, o de una discusión, cuando sabemos de ante mano que “la batalla está perdida” porque aparece el “hablador dominante”? Pues cuando llega ese “animador ponente” de tertulias y debates, el que sabemos que se afana por hacerse escuchar “como sea”, no dando tregua en su monólogo, con su subida de tono de voz, a veces ensordecedor, para entorpecer la réplica o la alternancia en la exposición de los demás, la desesperación que podemos sufrir es indudable. Y nos preguntamos... precisamente eso: ¿qué recursos podemos emplear? Pues… ciertamente... ¡poca cosa! O esperar pacientemente, y sobre todo con humildad, y hasta con sentido el humor, pero con alguna señal visible para
La escena representa a 3 amigos que asisten esa mañana a una
 cata a las bodega de vinos "HABLA" y que, antes de hacer la
visita, charlan y bromean animadamente. Pero, mira por
donde, aparentan una discusión; Juan diserta y parece
que reprende, mientras Ángel le observa con atención y
Antonio se tapa los oídos, pero en realidad lo hace por
los ruidos de alrededor. Es una entrañable escena. 
el dirigente conversador, a fin de que nos vea y nos preste su tiempo, o levantar también nuestro nivel sonoro de voz, hablando "más fuerte", si cabe, de forma progresiva o de improviso, con el fin de poder interrumpir con éxito al dominante, o –cuando ya no hay nada que hacer- el último recurso: “salir pitando”, con excusa o sin ella, del tropel tertuliano.
  
Y lo cierto es que -e insisto- yo reconozco que en ocasiones padezco del mismo vicio que ahora repruebo, y por ello no puedo ser un buen ejemplo de respetuoso conversador ni siquiera de un acertado consejero. Así que todos, los que no respetamos las reglas del buen conversador, tendríamos que ser más receptivos y generosos cuando alguien a quien hablamos tiene derecho, después de escucharnos, a hacer su réplica, a dar su opinión o su punto de vista, y –sobre todo- a tener su momento en la conversación. Y pienso, que la mejor forma de entender esa desafortunada escena que interpreta “el orador compulsivo”  no es ponerse en lugar de quienes ya somos víctimas del retórico, arrogante, "gracioso" y,
Lo cierto es que cuando el "chascador" es ingenioso y ameno, o
el animador es un artífice del humor (como el que presenciamos
los 3 bobalicones que estamos en la foto), no hace falta pedir
turno para hablar, porque ya tenemos delante nuestro mago
de la sonrisa o, simplemente, nuestro divertido charlatán.
a veces, mal educado contertulio que pretende dirigir la reunión, sino de hacerlo en el de la situación que recordamos o imaginamos, cuando somos nosotros los que entorpecemos esa interacción en la comunicación, a través de ese “alarde retórico”, de una forma o de otra.
  
Desde luego y teniendo en cuenta que, ni la intromisión descortés e inadecuada, poniéndose "a la misma altura" del petulante y engreído “hablador dominante”, que solo busca lucirse en la charla o reunión, ni el abandono o alejamiento de la intervención, resuelve el justo y merecido equilibrio en el diálogo. Tampoco soluciona el éxito participativo de la velada, ni seguir resignados a escuchar pasiva y distraídamente a tal orador, ni permanecer distantes y aburridos presenciando la charla, unas veces, o prestando interés con intentos frustrados para intervenir, en otras. Quizá, solo si transmitimos nuestra modesta aportación, con mesura, sutileza, elegancia y, sobre todo,
A veces nos sobra ese "milagroso intervalo para intervenir", ni
precisamos del llamado "desvanecimiento fonético" para tomar
la palabra. A veces hay quien protagoniza, no una charla, sino
una inquietud o desventura, después de confesarla, y lo único
que necesita es que alguien le comprenda y le consuele.
ingenio, buscando el momento adecuado, podamos, no solo conseguir el equilibrio, sino ¡ojo! hasta la derrota, aparente o relativa del protagonista contertuliano que se empeña en seguir siendo la eterna estrella en esos “temidos” momentos coloquiales.
  
Y finalmente, extraído de mi anterior reflexión sobre "Hablar y no saber escuchar", algo así como... un refrescante epílogo anecdótico, quería decir que, a veces, observo, atento, curioso y asombrado a ese "maestro de la conversación", que ¡no para! que siempre lo sabe todo mientras los demás "no sabemos apenas nada", que tiene ocurrencias para todo, que se vanagloria, que no escucha a los demás o que te interrumpe bruscamente cuando tú has empezado a participar, que no le interesa ni tu vida ni la de nadie ajeno a él mismo. Entonces, cuando percibo esa evidencia y me explico su "actuación", caigo "en la cuenta" y pienso "este tío es tonto" (o esta tía), es un "fantasma", un pedante vanidoso, un graciosillo que busca su autoestima
Y puede que, alguna vez, sea necesaria una botella de licor
encima de nuestra mesa, un elixir que nos haga viajar a ese
estado de "beatitud" (como decía Buñuel), con el fin de poder
alejarnos de esa cruel secuencia de la vida que nos persigue.
y mortifica. Quizá esté enfrente de nosotros y haya tomado
forma humana, quizá esté sumida en su "borrachera", de miedos,
fracasos, remordimientos, insinuaciones, resentimientos,
y nosotros no podamos evitar la tentación de sacar un
billete para viajar en compañía de nuestro elixir. (La pintura
es de Jean Beraud. No es una escena de conversación, sino
del intento de buscar la salvación en lo que no podemos
encontrar o descubrir en el consuelo de las palabras)
con su chanza o "ridícula arenga". Y concluyo "éste, está mucho más solo que todos los que, pacientes y resignados, tenemos que oírle, sin que él nos escuche a nosotros".

  
Por lo demás, sabemos que en la dinámica de la comunicación, y dentro las formas de expresión oral, hay un modelo, a veces común, de manifestación que excede los márgenes de cualquier conversación, porque pertenece más bien a la discusión. Es el modelo que se caracteriza por reprender o abroncar al interlocutor, también de forma compulsiva y por cualquier motivo. En contraposición o correspondencia, está también el modelo que se defiende, replicando en el mismo tono y forma. Estamos refiriéndonos, más que a una pelea dialéctica, a una bronca o disputa que puede entrar en las formas chabacanas o de la grosería. Pero esto ya pertenece a otro tema y lo dejaremos para otro día.
   
Termino con otras dos anécdotas; una pregunta “de pardillo a pardillo” en una conocida red social y dirigida a mi amigo Juan Garodri, y una cita literaria. La pregunta que hice a Garodri, para buscar su reflexión, fue esta: “¿Cuál es el secreto para coger la palabra en una reunión en la que todos hablan, unos más que otros, porque se erigen con orgullo, valiéndose de de la potencia o de los encantos de su voz? ¿Cuál es el punto en el que puedes tomar esa palabra sin que nadie te reproche que has faltado el respeto de quien hablaba y de los demás que “escuchaban”? ¿Dónde está el milagroso intervalo, cuando no lo hay, para intervenir? ¿Cómo puedes, no hacer ya un alegato, sino una simple alusión al tema en que sólo unos pocos intervienen, porque no te dejan?”. La respuesta de Juan fue: “Averiguar la esencia del principio en que se fundamente la cesión de la palabra es como averiguar el bing bang de la conversación, es decir, así como en el bing bang habría que partir de una singularidad espacio temporal, en la conversación habría que partir de dos singularidades fonéticas que encajan e, incluso, se corresponden".
El bar, la cervecería o el café. Santuario de la
conversación desenfadada y distendida. Refugio
de los charlatanes incontenibles. Lugar para la
 confesión de verdades y mentiras, de los amigos
a sus amigos. Icono de la palabra desinhibida y
ruidosa. Paraíso de los bohemios que buscan
su cómplice soñado o perdido.
Y mi alusión a su comentario fue: Hay algo muy respetuoso, aparte de los intervalos que se producen cuando aparecen esas manifestaciones fonéticas, esas caídas o desvanecimientos fonéticos, y que son las peticiones de turno mediante “el levantado de la mano”. Pero quizá, también necesitaríamos, en algunos casos, un reloj de turnos o un discreto moderador de tertulias".
  
En cuanto a la cita, es de Khalil Gibran y dice: “Del hablador he aprendido a callar, del intolerante, a ser indulgente, y del malévolo, a tratar a los demás con amabilidad. No siento ninguna gratitud hacia esos maestros”. Y pienso que si los tres maestros concentran sus dotes en la del oficio del “hablador compulsivo”, intolerante, sin concesiones en la participación ajena, y malévolo, por el afán despótico y autoritario de su discurso, sólo nos queda el ingenio de una frase dedicada a su aburrida y hueca charla, como aquella de Alfred´Houdetot, "Los charlatanes son los hombres más discretos: hablan y hablan y no dicen nada".

Por cierto; lo decía Juan Ramón Jiménez: "Lo que más indigna al charlatán es alguien silencioso y digno". Así que... y una vez más, nos aplicaremos la regla: para
A veces, hay miradas o gestos que lo dicen todo, que expresan
que "no les va a temblar la mano" (ahora que la expresión está de
moda) si alguien rechista o parpadea. Así que, hay quienes no
tienen más remedio que taparse la boca, por si acaso. La foto
la acabo de recibir hoy; es mi sobrina Anabella y Jose. Él es el
Sultán de Turquía; ella, su favorita.(Naturalmente es una broma
y sirve para ilustrar esta curiosa relación comunicativa)
indignar al "hablador dominante y compulsivo", le mostraremos nuestro oficio de "escuchante resignado y sufrido".

  
Y ya, para poner fin, quedemos una anécdota. Por una parte, tenemos al "hablador compulsivo" que no deja hablar al resto de la cháchara o tertulia, y que es algo que ya hemos visto. Por otra, es el "escuchante resignado", paciente, que sufre la pose dominante de quien "no para" de hablar, hasta "caer rendido".

Pero... más rendido se queda quien se ve coartado para decir ¡nada! (ni siquiera, para "abrir la boca"), cuando quien dirige la oratoria, o se erige en el alma de la fiesta o concurrencia, impone su silencio con un gesto arrogante o una actitud autoritaria (como la del sultán de la foto).
   
Ángel González "Rusty Andecor"

Ángel González es "Rusty Andecor"

Ángel González es "Rusty Andecor"
Contemplador del mundo, pensador de la vida que ha vivido. Aprendiz de poeta, imaginador de cuentos y pintor de ilusiones y desvaríos.

ÍNDICE GENERAL DE ENTRADAS PUBLICADAS (Clic ene títulos):

Perfil de Rusty Andecor: UN BURÓCRATA CON ALMA DE RAPSODA: Ángel González (por Ángel G. Perianes, de la Universidad de San Pablo CEU)

DICCIONARIOS Y CUENTOS:

* EL DICCIONARIO DE UN CORIANO.De Angel Mª González

* El Diccionario de un coriano. Muestra de algunas voces y expresiones

* EL DICCIONARIO DE UN CORIANO (Su contenido íntegro)

* EL CUENTO DE LA PRINCESA Y EL CAMPESINO.Primera parte

* "Rusty, El coleccionista de citas"(Cuento

* El cuento de la Dama del Sena y el viejo poeta (Cuento de invierno)

* "El viejo mago y la niña del vestido blanco". (Cuento incompleto de Navidad)

ENSAYO LITERARIO: Reflexiones y otros artículos

·MI REFLEXIÓN SOBRE LA AMISTAD

· MI REFLEXIÓN SOBRE LA AMISTAD (2ª parte)

· Mis reflexiones sobre la soledad y sobre el aburrimiento

· MI REFLEXIÓN SOBRE EL DESENCANTO

· Mi reflexión sobre la ingratitud

- MI REFLEXIÓN SOBRE LA FELICIDAD

- Mi reflexión sobre la infelicidad

· Mi reflexión sobre la generosidad

· MI REFLEXIÓN SOBRE LA LEALTAD

- Mi reflexión sobre la lealtad (2ª parte)

- Mi reflexión sobre el cinismo de la cortesía

- El tiempo que pasa... "es lo que hay". El cómo nos queda, es que no hay otra... "es lo que tiene"

- La "etapa dorada y jubilosa" de un iluso de la vida. (Los diez o quince años que me quedan)

- El significado del paso de tiempo para un "aprendiz de poeta" que cumplió su primer año de "júbilo". Homenaje a la jubilación.

- El paso del tiempo, buscando la justa complicidad en los ojos de los demás.

· Mis pensamientos y citas literarias. 2ª parte

· Mis últimas reflexiones: sobre la belleza, la mentira y sobre "una última sonrisa"

· Reflexiones para "mis ajustes del alma". Mis pensamientos y citas literarias (III)

· Mi reflexión sobre el sentido del humor.

· "Un minuto de reconciliación, mejor que toda una vida de amistad" (García Márquez)

· Dos oficios muy comunes: el hablador dominante y compulsivo y el escuchante resignado y sufrido

· Los encantos y temores de la soledad

· Mi reflexión sobre los colores del mundo

· De los colores y de los aromas de la Puerta del Sol y sus aledaños

· De los colores y aromas de este mundo pútrido, pero maravilloso, y del universo que habita en los confines de nuestra imaginación.

* De la calle del Desengaño y de algunas de mis citas y reflexiones sobre el mundo de los desencantos

* Poema al tiempo. Mi reflexión sobre el paso del tiempo

· MI REFLEXIÓN SOBRE LA SONRISA

· Mi reflexión sobre el "SINVIVIR"

· Mi reflexión sobre el "Hablar y no saber escuchar"

* Mi reflexión sobre la indiferencia

- Dos buenos y leales amigos que me entendieron y me encontré en La Rioja

· ¿Qué ocurre cuando alguien te agobia, en una amistad o relación?

· Carta a mis "amigos con alma sensible"
· Nueva carta a mis amigos. Mi semblanza y mis recuerdos

* El Café de París. Homenaje a la ilusión y a “las música más hermosa del mundo”

· EL BOULEVARD DE CITAS

· Guiños y respuestas en mi Boulevard literario

- Mensaje para esta Navidad: ¡Qué mundo tan maravilloso!(Navidad de 2008)

- El mundo es maravilloso, es NAVIDAD y todos queremos ser felices(Navidad de 2009)

- Mensaje de Navidad para aquellos corazones sensibles, sinceros y que sienten verdadero afecto por los demás.(Navidad de 2010)

- Feliz Navidad, especialmente para quienes hacen que el mundo sea maravilloso(Navidad 2011)

- Apuntos reflexión de Rusty Andecor para la Navidad (2014)

- Pensando en la ilusición y en la esperanza de la auténtica Navidad

- El tesoro de un "diamante" para el resplandor de nuestro paso del tiempo

- La poesía de una colección de modelos de autos de época

Homenaje a la belleza de la música, a su poesía y a su ensoñación. (Ensayo literario)

LOS ESPACIOS DEDICADOS A LA MÚSICA:

Las estrellas de "La canción de la semana". Primera parte: La Chanson.

Las estrellas de "La canción de la semana". Segunda parte: El Rock y "la vieja canción".

Las estrellas de "La canción de la semana". Tercera parte: El Pop y "la música Disco".

Las estrellas de la canción de la semana. Cuarta parte. El folk-rock y el country.

Las estrellas de la canción de la semana. Quinta parte. El origen de la Chanson, del Rock y del Jazz vocal: Azanavour, Sylvie Vartan, Moustaki, Elvis, Orbison, Julie London y Natalie Cole.

Las estrellas de la canción de la semana. Quinta parte. El origen de la Chanson, del Rock y del Jazz vocal: Aznavour, Sylvie Vartan, Moustaki, Elvis, Orbison, Julie Londo y Natalie Cole.

Las estrellas de la canción de la semana. Sexta parte. La nostalgia de unas y el olvido de otras. Tributo a las leyendas y las anónimas.

Música en el “Hotel California”, soñando bajo las “Noches de blanco satén” y la luz de una “Luna creciente”.

MIS CONMEMORATIVOS MUSICALES

MIS 3 DAMAS DE LA CHANSON. 2ª parte de "Mis conmemorativos musicales"

Mis 10 mejores canciones de la historia de la música. Primera parte

Mis 10 mejores canciones de la historia de la música. Segunda parte

Mis 20 mejores canciones de la historia de la música. Tercera parte

* LA MÚSICA MÁS HERMOSA DEL MUNDO

* Las canciones más hermosas del mundo

* LA MÚSICA MÁS HERMOSA DEL MUNDO (2ª parte)

* LA MÚSICA MÁS HERMOSA DEL MUNDO (3ª y última parte)

* LA MÚSICA MÁS HERMOSA DEL MUNDO. LA CONCLUSIÓN

* Desenlace y última entrega literaria y musical del blog "La música más hermosa del mundo"

* Primer Encuentro Internacional de amigos en defensa del vinilo

* El Long Play y el pick-up, protagonistas del guateque

* BRUCE SPRINGSTEEN nos cautivó a los 34.000 entusiastas que asistimos al penúltimo concierto de su gira europea, en el José Zorrilla de Valladolid

* MIS CONMEMORATIVOS MUSICALES

* MIS 3 DAMAS DE LA CHANSON. 2ª parte de "Mis conmemorativos musicales"

* El Jazz de Vitoria cierra su Festival con dos conciertos memorables: Chick Corea y Paco de Lucía

* 2º Encuentro Internacional de amigos en defensa del vinilo, celebrado en Coria

* “La magia del vinilo y la parafernalia del tocadiscos pueden salvar la música”

* El Café de París. Homenaje a la ilusión y a “las música más hermosa del mundo”

- LA MÚSICA MÁS HERMOSA DEL MUNDO. La despedida y el adiós.

* Tercer Encuentro Internacional de amigos en defensa del Vinilo, celebrado en Coria el 3 de septiembre de 2011: “El Vinilo resurge del olvido”

* El Vinilo es la esperanza del futuro de la música y de su cultura. (Ángel González)

* El disco de vinilo vuelve. El vinilo tendrá su nueva etapa dorada.

* El 29 de agosto, "Amigos en defensa del vinilo" celebró su IV Encuentro Internacional.

* El día 29 de agosto, el vinilo hará girar y girar la música en su mágico gramofón.

* "El vinilo y la magia de su música, siempre gira y gira... en nuestra imaginación"

* "Quinto Encuentro de amigos en defensa del Vinilo". Evento cultura y musical celebrado en Coria, el 2 de septiembre de 2017.

* "V Encuentro Internacional de amigos en defensa del Vinilo". Coria 2 septiembre 2017

MIS POEMAS:

- Que nadie robe mis sombríos atardeceres (Poema)

· Versos "A un destino llamado espejo"

· VERSOS PARA EL ATARDECER: Dos poemas

· Más versos para "mis amigos con alma sensible"

· VERSOS A LA SOLEDAD

- Versos en la víspera de un extraño viaje

· DOS POEMAS... A UNAS ROSAS DE OTOÑO

· Besos mojados con sabor a lluvia

· Versos a la tristeza, que es la novia de mi llanto

· Versos a "una tarde de febrero en las Ramblas"

· DE AZULES SE VISTEN MIS VERSOS: "Aquel besoque no me diste” y “Adiós a un mensaje en un beso”

·Versos... en el calor de una tarde de veranoVersos... a un otoño florido de nostalgias

El perfil de Rusty Andecor

Es Rusty Andecor, ilusionista de sueños y ensoñador de ilusiones, "aprendiz de poeta” e "imaginador de cuentos", aunque su nombre real es Ángel González García.

Dice de su profesión : Maestro “que lo fue”, gestor de “futuros”, que hace ya algún tiempo dejó de serlo, músico retirado (porque dejó el piano, que la “guitarra” le dejó a él); y -como dice- se atreve a hacer de "componedor de versos", que suele dedicar a un “universo” lejano y para cuyo oficio se solía inspirar en un lugar llamado "Café Venecia", con el increíble "telón de fondo" de aquellos personajes surrealistas que lo frecuentaban, pero que desapareció hace ya tiempo.

Siempre le gustó que la gente con la que trabajaba fueran sus amigos. Le gustaba compartir el "universo de sus musas", el silencio de su "boulevard" y la música de fondo que él le ponía. Ahora... ya no es lo mismo; algo desapareció. Siempre le gustó la fascinación de Audrey Hepburn y la magia de“Desayuno con diamantes”. También le gustaba soñar con los "besos mojados de lluvia" y con sabor dulce de "rosa de mazapán". Y solía ofrecer a sus “amigos con alma sensible” sus "reflexiones", de vez en cuando, y sus mensajes anuales de Navidad, además de su álbum de "la música más hermosa del mundo".

Y suele decir: "Me gusta ir los viernes al Copacabana y al Candilejas "de cañas", con la familia y los amigos. Me pirla el "Ribera Duero" o un buen "Rioja". Me encanta preparar cubatas de ron "con un toque de limón" a mis incondicionales. Y no me pierdo, cada año, esa visita al "Jazz Vitoria" con mis amigos, ni a la "Cuesta de San Vicente" la mañana del concierto"

Le apasiona la música de Vivaldi, Teleman y, muy especialmente, Chopin. Me encanta oír a los Dire Straits y Mark Knopfler, Eva Cassidy, Diana Krall, Patricia Kaas; pero, sobre todo, le gusta oír esta música en sus Jbl. Y aún sigue escuchando a The Beatles y a sí mismo en Los Agaros¡qué tiempos aquellos!

Le encanta el buen cine y siempre recurre a ver alguna de "mis películas favoritas", esas de las que os doy detalle, en un espacio más abajo.

Le gusta leer a Gabriel García Márquez y a Pablo Neruda. Pero también le gusta leer a Edgar Alan Poe.

Pero, sobre todo, dice "me gustan los "colores" de ese "mundo maravilloso", que está "ahí fuera", detrás del paño que se pone, a veces, delante de tus ojos y de tu corazón".

Ha escrito algunas obras literarias que no ha llegado a publicar porque no encontró un editor con un presupuesto que se ajustase a sus posibilidades económicas. Sin embargo, sus trabajos están editados en formato pdf y a disposición gratuita de sus familiares y amigos, a los que pueda interesales.

Las obras literarias escritas hasta la fecha son:

Diccionario de un coriano.

"Versos para el atardecer" (Colección de 40 poemas)

"Mis reflexiones y cartas a mis amigos con alma sensible"

"La música más hermosa del mundo"

"La música de mis tiempos"

"El paso del tiempo de un aprendiz de poeta"

"Mis pensamientos y citas literarias"

"La verdad y la mentira de mis reflexiones"

"Reflexiones para mis ajustes del alma"

"El cuento de la Princesa y el Campesino"

"El cuento de la dama del Sena y el viejo poeta"

Índice de los espacios literarios (Cuentos, poemas, reflexiones, cartas y otro tipo de ensayo)

Índice de los espacios literarios (Cuentos, poemas, reflexiones, cartas y otro tipo de ensayo)
"Es la rosa de un destello, la que busco en mi recuerdo; y el aroma de mi cuento que perece en el olvido, y el color de aquella imagen que acabó tan desteñida. Es la rosa de mi sueño y el adiós que se ha perdido" (Rusty Andecor)

Citas literarias sobre "el paso del tiempo" (Un hito que en estos último años... me obsesiona)

No es el tiempo el que pasa, pasamos todos nosotros (Anónimo)

Se dice que el tiempo es un gran maestro; lo malo es que va matando a sus discípulos (Héctor Belioz)

Seamos indiferentes a la crueldad de la rapidez en que se mueve el tiempo, vivamos y disfrutemos el presente que nos depara el hoy y no dejemos de poner nuestra parte de ilusión en el mañana (Rusty Andecor)

El tiempo es el mejor autor; siempre encuentra un final perfecto (Charles Chaplin)

Me interesa el futuro porque es el sitio donde voy a pasar el resto de mi vida (Woody Allen)

Me gusta pasar los años en tus ojos (Diana Krall)

Lo mejor es ser indiferente al tiempo y a su maquinaria inalterable para marcar los años, sobre todo, esos años que nos quedan por vivir, que son los mejores. (Dijo Rusty Andecor a Manuel Melado en su jubilación)

El placer y la actividad hacen que el tiempo parezca breve (William Shakespeare)

No paséis el tiempo soñando con el pasado y con el porvenir; estad listo para vivir el momento presente (Mahona)

Hay un "buen destino" que mueve las manillas de nuestro reloj del tiempo. Y debemos vigilar el "mal destino" que puede manipular esas manillas en contra de nosotros (Rusty Andecor)

El día es excesivamente largo para quien no lo sabe apreciar y emplear (Johann W. Goethe)

Si el tiempo es lo más caro, la pérdida del tiempo es el mayor de los derroches (Benjamín Franklin)

"El tiempo solo se detiene si su reloj deja de funcionar. Nuestro reloj no es automático; debemos darle "cuerda" cada día, para que no se pare; debemos ajustar su maquinaria de vez en cuando, para que no se "averíe" su movimiento; y debemos limpiar el cristal de su esfera, para que no dejemos de ver el rumbo horario de nuestro destino" (Rusty Andecor)


Las entradas más visitadas en este blog durante la última semana

Se muestran las entradas más recientes según su ETIQUETA seleccionada

A MIS AMIGOS VISITANTES DE ESTE BLOG

Desde el pasado viernes 18 de febrero aparece publicado el contenido íntegro de "EL DICCIONARIO DE UN CORIANO" en el blog que lleva su nombre y cuya url es http://eldiccionariodeuncoriano.blogspot.com/, pudiendo activar su acceso desde esta dirección o desde un enlace previsto en el mismo título del espacio que se encuentra en el blog actual, como muestra -aquí- de algunas de sus voces y expresiones. Es decir, una vez activado su espacio desde su índice o desde el registro de archivos, el contenido íntegro del diccionario se activa haciendo clic en el título del espacio. Además, se podrá acceder al prólogo y a la introducción del mismo, así como un anecdotario de dedicatorias y agradecimientos.

Progresivamente, se irán incorporando las voces y expresiones nuevas recogidas desde la publicación de la última edición inscrita en el Registro General de Propiedad Intelectual en el 18 de noviembre de 1997, en Madrid con la clave 1997/40496 y con número de R.P.I. CC-374.

Ángel González

Rusty antes de ser aprendiz de poeta era aprendiz de pianista

Rusty antes de ser aprendiz de poeta era aprendiz de pianista
Clic en la foto para ver al genial Elton John, al piano, en una de sus canciones más hermosas con una grata compañía

Mi musa de inspiración

Mi musa de inspiración
Pulsar sobre la imagen

Debajo, Rusty con sus amigos del Jazz Vitoria, junto al Celedón.

Debajo, Rusty con sus amigos del Jazz Vitoria, junto al Celedón.
Después de recitar el tradicional poema al Celedón, publicado en este blog. Respondiendo a un visitante, y de izquierda a derecha: Antonio, Juani, Angel (Rusty), Blanca, Bolivia y Rafa. Naturalmente y en el medio: el Celedón

Momento en que Rusty recita el poema al Celedón, en la Plaza de la Virgen Blanca, ante la concurrencia de cientos de vitorianos

Amigos tratando de planificar la jornada del día del Concierto, antes de su "ronda" a la Cuesta de San Vicente (quizá "tramando")

Los 6 amigos del Jazz Vitoria, satisfechos y relajados, al día siguiente del concierto

Homenaje a mis "amigos con alma sensible"

Homenaje a mis "amigos con alma sensible"




Sirva este grupo de amigos para representar a todo el resto de compañeros y amigos de nuestra Dirección Provincial y nuestros queridos Caiss

Último encuentro en Trujillo con mis amigos con alma sensible el 17 mayo 2010

Último encuentro en Trujillo con mis amigos con alma sensible el 17 mayo 2010
De arriba hacia abajo: Manolo Melado, Inés, Manolo Gómez, Belén, Domingo, Ricardo, Mercedes, Miguel, Pedro, José Manuel, Ángel, Manolo Moreno, Carlos, Modesto, Isabel y Carlos Sandoval.

Érase una vez, hace ya mucho tiempo, los cuñados David, Rusty, y Luis, trataban de poner orden...

Érase una vez, hace ya mucho tiempo, los cuñados David, Rusty, y Luis, trataban de poner orden...
Haciendo limpieza de fotos en el blog (porque tenía mucho "peso"), borré y borré; peero esta foto no la pude quitar.

MIS PELÍCULAS FAVORITAS

MIS PELÍCULAS FAVORITAS

Concierto año nuevo

Concierto año nuevo
- Una marcha con tradición -

Me gusta escribir a la ilusión, porque en la ilusión hay esperanza, y hay nobleza y honestidad; y porque, ocultándose en el "el universo de la ilusión y en la magia de los sueños" que puedo recrear con la pluma de la imaginación, me puedo alejar de la "cruda, despiadada y perversa realidad. Pero, sobre todo, me gustan los colores de ese mundo maravilloso que está "ahí fuera", detrás del paño o el vaho que se pone, a veces, delante de nuestros ojos y de nuestro corazón.