o en tus juramentos
(De la canción “Avec le temps”,
"Con el tiempo todo se va
Se olvidan las voces
Solo se queda
una triste verdad:
la luz de un recuerdo
y de mi lealtad"
Hay otra canción ¡inmensamente hermosa! cantada por Francoise Hardy. Se llama “La amistad” y canta a "los amigos que han venido de las nubes, con sol y lluvia como único equipaje”, que "han hecho de las amistades sinceras la más bella estación”, porque tienen “la dulzura de los más bellos paisajes y la fidelidad de los pájaros que se posan”, para terminar musitando:
será que nunca llegaré a ser nada
si no me queda un amigo... que comprenda;
entonces olvidaré mis llantos y mis penas
y quizá volveré a tu casa
a calentar mi corazón con tu leña.
-
de aquel rastro de mi llanto,
pues reencontraré esa lealtad;
que un amigo me comprenda,
y que mi corazón caliente,
pues me cubra con su manto"
Lucio Anneo Séneca decía “La lealtad constituye el más sagrado bien del corazón humano”, precisando Ortega y Gasset “La lealtad es el camino más corto entre dos corazones”, porque quizá la lealtad encierra la mayor parte de las virtudes de nuestra condición humana; pues la generosidad, la disposición incondicional y hasta el sacrificio y la renuncia pueden ser algunos de los valores inherentes a tan noble virtud. Pero además, si la lealtad refleja un mensaje directo de actitudes entre un corazón y otro, cuando se es leal no caben equívocos de conducta ni desviaciones provocadas por los sentimientos, pues si la pasión, la vehemencia en una relación, la amistad o el amor, cualquiera de ellos, hiere el corazón de nuestro semejante, la lealtad ya no existe.
Quizá la lealtad es una actitud de conducta que comienza con uno mismo, pues para ser leal a las personas que nos rodean es necesario que empecemos por nosotros y que seamos fieles a nuestros propios principios; “Ser leal a si mismo es el único modo de llegar a ser leal a los demás” (Vicente Alexandre)
Pero no es momento de hacer una disertación profunda sobre la lealtad, ni sobre sus bondades, sino de tratar de otras manifestaciones cuyos resultados e intenciones pueden desviar la esencia de lo más auténtico de la lealtad. Pues pensar que la lealtad es, simplemente, obrar con fidelidad hacia la intrascendencia de las relaciones humanas, es decir, hacia los amigos para compartir el ocio, las diversiones, los favores, o hacia esa elección permanente e incondicional del amigo o de la persona que preferimos tener con nosotros por razones de interés, no sería noble ni honesto, pues la causa de tal fidelidad llevaría siempre una intencionalidad evidentemente interesada y egoísta.
Porque no olvidemos que “no es amigo quien ríe mi risa sino quien llora mis lágrimas"; es decir, que no se trata de que la lealtad esté inherente solo al disfrute de la compañía de la persona a la que se es leal, ni siquiera a su cercanía o a la evidencia de saber que uno está con ella. A veces no es la risa la que debe complacer y reconocer el amigo, sino que es el llanto, el que debe abrazar para consolar, reconfortar y animar el alma desdichada de quien llora.
Es cierto, y parece increíble, que en un mundo de deslealtades y mentiras, el hombre sigue creyendo en la lealtad hacia los demás, y sigue intentando respetar esa actitud y ese sentimiento, no solo por una cuestión de conciencia y de moralidad, sino porque sabe que le compensa emotiva y afectivamente.
Finalmente, y cuando sabemos que quizá no existió la reciprocidad que esperábamos hacia nuestra lealtad, ni siquiera en su estimación o reconocimiento, o cuando comprobamos cómo nos ha olvidado o ignorado la persona a la que ofrecimos nuestra entrega y para la que fuimos leales; cuando ocurre algo así, es entonces cuando sabemos cuánto apreciamos lo que nos quedó de nuestros recuerdos. Por eso terminamos siendo leales a todo aquello que nos colmó de satisfacciones y aún nos queda en la memoria, en la evocación del “sinvivir” de nuestros recuerdos, que, como decía Rusty Andecor, “no hay desaliento en mi sinvivir si me queda el consuelo de la dulce nostalgia de tu recuerdo”. Y es entonces, mis queridos "amigos con alma sensible", cuando sabemos que... somos leales a nosotros mismos.
"La amistad es una flor que se cuida con la lealtad,
y que se riega con sinceridad"
(Danikaze)
lindo mensaje
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