La imagen de la foto, el paseo de Canovas, de Caceres, a principios de los 60. En el centro, a la derecha, el “Cinema Norba”.
En aquella época yo vivía en esa ciudad. Viendo esa foto, recuerdo muy bien mi platónico romance. Ella tenía 15 años, yo 16. Solíamos pasear los sábados en “Cánovas”, por “Cursilandia”, el paseo de los chicos y chicas cursis, como éramos nosotros. Más tarde, lo hacíamos por el paseo de “Las pérgolas”, al otro lado, más oscuro y solitario. Allí nos acaramelábamos con besuqueos y algún inocente achuchón.
Sin embargo, antes de aquel romántico aseo, solíamos pasar junto a nuestro cine, el “Norba” y mirábamos la cartelera y los fotogramas de la película que anunciaban. Sacábamos nuestras 5 pesetas y comprábamos las estradas anticipadas para el domingo. Veíamos "Suave como visón", o "No os comáis las margaritas". O "Confidencias de medianoche", la mejor de todas.
Eran los
años de Doris Day. Incluso, nos quedábamos en una sesión continua para verla
otra vez. Porque, entonces no había disco-bares, ni teles ni vídeos, ni para
ver una peli ni para otra cosa. Sólo teníamos nuestro paseo de Cánovas y nuestro
mágico cine, el “Norba”. Allí nos cogíamos de la mano; sólo la mano. Y entre
arrumacos y alguna cándida caricia, nos enamorábamos. Y mientras tanto, y antes
y después... soñábamos… Soñábamos con el cine de “la rubia Doris” y de su
apuesto Rock Hudson. Y nos imaginábamos en su representación. Y allí nos
veíamos en sus escenas, como si formáramos parte de la película. Aquel "santuario" de nuestros sueños, el "Cine Norba", ya no existe. Y de ella, de Marga, mi primera novia, nunca mas volví a saber.
Ángel González "Rusty Andecor"