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Porque hay que pensar que "La felicidad no se encuentra, pero se construye día a día", que "La felicidad es como el arco iris: nunca se ve sobre la casa propia”, pues ya decía Poquelin Molière que "La felicidad nos espera en algún sitio, a condición de que no vayamos a buscarla". Y aquí, me gustaría yo añadir: "la felicidad no aparece a "la vuelta de la esquina" sino que se gana trabajándola y mereciéndola, que no está encima de ti sino en manos de quien menos te lo esperas, y quizá no tengas que ir a buscarla a su vera sino que será su portador el que te la llevará a ti".
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Pero, como decía Palacio Valdés "La vida no se nos ha dado para ser felices, sino para merecer serlo", no todo el mundo se merece la misma felicidad, además de que "La felicidad está en la lucha, en el esfuerzo, en el sufrimiento que supone esa lucha y no la victoria misma", que decía Mahatma Gandhi. Y concluía yo, dirigiéndome, tal vez, a un personaje de mi cuento: “ten el convencimiento de que tú te mereces la felicidad si luchaste y sufriste por ella, y no porque consiguieras ningún triunfo”.
Y en una ocasión, cuando aleccionaba al destello de mi ilusión, para que no olvidase nunca la discreción y la prudencia en el afán por conseguir la felicidad, le dije:"Esperar una felicidad demasiado grande es un obstáculo para la misma felicidad" (Bernard Le Bouvier de Fontenelle), dándole a entender que el ansia insaciable y sin medida de felicidad puede ahogar nuestra propia aspiración. Y recordaba también la cita de Octavio Paz que decía "Los seres humanos podemos ser felices por un instante, y un instante es una ventana hacia la eternidad", porque, y esta es mi opinión, “son los efectos de "un instante" los que generan y recrean el placer en nuestro corazón durante una vida”, pues en la vida no existe la felicidad prolongada, sino que solo existen los momentos felices. Y le recordaba aquella escena de la película “Esencia de mujer”, en la que el personaje ciego, interpretado por Al Pacino, invita a una muchacha a bailar y ella responde “no puedo, pues mi novio va a llegar en pocos minutos”, a lo que el ciego responde “pero es que en un momento se vive una vida”, y le saca a bailar un tango. Y así, yo entiendo y es mi propia reflexión, que ”la felicidad se debe anhelar y beber a sorbos porque su efecto continuado puede aturdirnos; es la sucesión de instantes felices la que conseguirá hacernos llegar al estado más dichoso de nuestra vida".
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Pero, además, hay algo mucho más profundo y paradójico; pues decían Louise M. Normand ”El secreto de la dicha reside más bien en darla que en esperarla" y Abel Hermant "La felicidad es la alegría de los otros"; para que pensemos, y es también mi reflexión, que “la felicidad debería entenderse como un regalo que te ofrece un ser humano, sin esperar nada a cambio ni pedirte la más pequeña gratitud, porque será tu donante el que encuentre parte de esa felicidad cuando te haga llegar lo que te ofrece”
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Y porque su significado es algo que se distorsiona en este mundo en el que ni sabemos lo qué queremos ni entendemos qué es lo que más nos satisface, pienso que “Los placeres terrenales y del sentido nos aturden, nuestros deseos y sueños disparatados nos abruman y nos confunden; porque resulta -finalmente- que la felicidad es algo más cercano y sencillo que la ambición de nuestra condición humana”. Y es la sabiduría de aquel proverbio africano que dice "Después de haber recorrido el mundo entero en busca de la felicidad, te das cuenta de que estaba en la puerta de tu casa", la que nos alecciona de la sencillez de su encuentro en lo más próximo a nosotros. Pues decía Pearl S. Buck "Muchas personas se pierden las pequeñas alegrías mientras aguardan la gran felicidad"; porque, y es también mi opinión, "es lo cotidiano y lo insignificante lo que se acerca más al corazón que la magnificencia del lujo y de los placeres frívolos y mundanos". Y haciendo referencia a aquel pensamiento de Voltaire "Un minuto de felicidad vale más que mil años de gloria", supongo que ”son los instantes agradables los que nos embriagan de gozo". Recordemos, además, la sabiduría de Lucio Anneo Séneca en aquella cita: "No dura ni llega a su fin sino la felicidad que viene poco a poco".
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Por otra parte, la felicidad no es un disfrute aislado y alejado de los demás. En ese sentido decía Jane Porter que "La felicidad no es perfecta hasta que no se comparte"; y también, Abel Hermant: ”La felicidad es la alegría de los otros". Y, por su parte, Von Humboldt escribía "En el fondo son las relaciones con las personas lo que dan valor a la vida", significando que es la relación humana la que satisface esa felicidad, y que es, incluso, la entrega a tu familia y a tus amigos la que más gratifica el alma. Pues recordemos aquellas citas que decían: "No hay más que un modo de ser felices: vivir para los demás" (Tolstoi), "La manera de conseguir la felicidad es haciendo felices a los demás" (Baden Powell), "No sé cuál será mi destino, pero sé una cosa: los únicos verdaderamente felices serán los que hayan buscado y hallado el modo de servir a los demás" (Scheweitzer). Y porque cuando encontramos en la felicidad de otro la propia felicidad habría que pensar que estaríamos amando a esa persona.
Pero aunque "Hay mayor felicidad en dar que en recibir", yo creo que para ser feliz también hay que entenderse, conocerse y aceptarse; que es necesario aprender a olvidar todo lo desagradable del pasado porque sólo nuestra autoestima y la aceptación de cómo somos, hará que se gratifique nuestro corazón, sin olvidar que podemos se felices en la medida en que sabemos olvidar el dolor de nuestros malos recuerdos.
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Y "no pretendas que las cosas ocurran como tu quieres; desea, más bien, que se produzcan tal como se producen, y serás feliz" (Epíctelo de Frigia) , porque será tu capacidad de adaptarlas a tu gusto para que ellas te satisfagan. Pues yo pienso, además, que “la vida no es sólo parabienes y alegrías, sino también dificultades e infortunios, y hay que saber encontrar una sonrisa en la paciencia, en la resignación y en la esperanza". Recuerdo siempre aquella cita: "No pierdas la felicidad cerrándote el mundo, porque Dios siempre deja una luz para alumbrarse y un huequecito para reconstruirse" (Algamasilla), para luego comprender que en lo más recóndito, intrascendente e insospechado puede estar ese feliz destino; sin olvidar de que, como decía Juan Pablo II, muchas veces ”La felicidad se alcanza desde el sacrificio". Y que -pienso yo- “es la mente la que distorsiona en muchas ocasiones la satisfacción o insatisfacción de la vida”.
Podríamos darnos cuenta, además, de que el secreto de la felicidad no es la más convencional de las recetas que conocemos, no es la suerte, de esa forma con la que solemos entenderla; ni es un truco, ni es el resultado de la ostentación, la riqueza o la compañía de alguien resplandeciente y aparentemente maravilloso. Lo más extraordinario de la felicidad está en lo que, a veces contradictoriamente, aparece en un estado infeliz, en el sacrificio, en la ausencia, en la renuncia, o simplemente en un instante. “Mi amiga” Eva Cassidy, aquella malograda cantante que yo tanto he admirado, fallecida tan joven a sus 33 años, y que se escondía en un club que nadie conocía para interpretar su música con su inseparable guitarra, decía “Cuando canto mis canciones y toco mi guitarra soy inmensamente feliz, ignorando la infelicidad de mi fatal sino, cuando pienso en la cercanía de mi final a causa de la crueldad de mi enfermedad y en la ausencia de la compañía de quien tanto amo y añoro”. Muchas la recuerdo cuando escucho sus “Hojas de otoño”, o aquellas impresionantes canciones “Sueños bajo el Arco Iris” o “Te conozco por el corazón“, con aquella voz que tanto nos sugería y que acariciaba nuestro… sinsabor.
Y hacienda referencia a una carta que escribí a mi “virtual personaje”, añadía: “No hace mucho vi una sencilla y poco pretenciosa película llamada "En busca de la felicidad". Pero en ella pude encontrar dos mensajes. Uno fue la consecuencia de aquella reflexión de Andecor: "la felicidad te la mereces si fuiste constante en su búsqueda, sufriendo incluso por ella, pero no porque consiguieras su victoria". Y añado en mi carta: “Recuerda la secuencia en que, cuando Chris Gardner vende el escáner para supervivir con su pequeño hijo, aquella noche en vez de ir a la casa de acogida, se van a dormir a un hotel, pues ”se puede ser feliz por un instante, porque en un instante se goza una ilusión”. Y recuerda también la secuencia en que el padre le hace creer a su hijo, como en un cuento, que los persiguen los dinosaurios y tienen que esconderse en una "cueva", que es en realidad un oscuro y desvencijado baño; allí encuentran un poco de paz y tranquilidad, porque, tal vez, la felicidad es mejor imaginarla que tenerla, y porque, como decía Hellen Keller, "Existen maravillas en todo, aún en la oscuridad y el silencio, y la felicidad está -a veces- en cualquier estado en que uno se encuentre".
Y es que al final, Chris, el padre, y su hijo son felices, porque "no es la riqueza o el esplendor, sino la tranquilidad y el trabajo los que proporcionan la felicidad" (Thomas Jefferson, porque "la felicidad está en la paz de la conciencia y en la tranquilidad de la sencillez de la vida y no en la opulencia o en la festividad que anhelan nuestros instintos" (Andecor); y porque, teniendo en cuenta, que aquel padre no se dejó vencer nunca y tuvo siempre ánimo para luchar contra todas las dificultades por las que pasó, "la felicidad no consiste en la ausencia de conflictos, sino en tu capacidad de afrontarlos"; pues, como decía Marco Aurelio, "Se necesita muy poco para tener una vida feliz; todo está dentro de ti mismo, en tu manera de pensar".
En cuanto al segundo "mensaje" que hay en la película, aquel que de alguna forma yo entendí dentro de una filosofía muy particular de ver la vida, os dire, reflexionando: "No se puede buscar la felicidad entre el mundo que nos envuelve y fustiga, mostrándole que somos infelices; el mundo suele ser cruel con la desdicha y no es tolerante ni compasivo con quien sufre, cuando trata de pedirle a aquel que colabore en su felicidad". Por eso, "un recurso inteligente para encontrar la felicidad en ese mundo insensible y materialista es hacerle ver que tú ya eres feliz". Porque es la misma filosofía que la de intentar llegar a ser ganador sin dar a entender que ahora eres un perdedor; "el dinero llama al dinero del que lo tiene, no a la pobreza del indigente". Chris supo hacerles ver a quienes podían contratarle que, al menos, podía vivir bien y que ya era feliz; recuerda cómo tuvo que prestar a su millonario jefe cinco dólares para un taxi, cuando es lo que únicamente tenía aquél para dar de comer a su hijo. Porque, en esta forma de ver la vida, yo, Rusty, reflexiono así: "hay que esconder la escasez y la miseria ante los ojos de los que te rodean, porque te tratarán cómo te ven; y es que, si quien debe atenderte comprueba tus privaciones corres el riesgo de que te cierre la puerta". Y es que sabemos que "no es honesto, por nuestra parte, hacer ver al mundo la mentira de nuestra condición; pero es la lucha por la supervivencia".
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Finalmente, me gustaría añadir, para terminar esta reflexión algo más. Y es que una de las satisfacciones más gratificante, si me permitís la redundancia, es la posibilidad de hacer felices a los demás, especialmente a los que queremos; uno de los placeres más gratos es confiar en esas personas, que muchas veces son -simplemente- nuestros amigos, y algunas nuestros mejores amigos; y otro disfrute es conseguir de ellos que confíen en nosotros y que nos ganemos su estima y respeto. Nunca deberemos dudar en emplear, para ello, la parte más generosa y honesta de nuestro condicionamiento humano, y nunca deberemos vacilar para expresar y demostrar ante ellos, la bondad de nuestro corazón.
Pero no olvidemos que para ello es necesario distraer de nuestra realidad, ante esas personas que estimamos, las contrariedades y los infortunios, el envanecimiento y la envidia de unos y otros, las miserias y ruindades, los sinsabores y las tristezas, el egoísmo humano, e incluso, la búsqueda de esa felicidad que no nos llega; y es necesario disfrazar la parte fría e ingrata de la experiencia de la vida y el testimonio frívolo del proceder de esas personas, tal vez, con un trato afable y envuelto de cierta dosis de ilusión, y ¿porqué no? con algunas actitudes imaginativas y colores de ensueño.
No olvidemos que “el amor auténtico, el amor ideal, el amor del alma, es el que solo desea la felicidad de la persona amada sin exigirle en pago nuestra propia felicidad” (Jacinto Benavente)
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Decía Rusty Andecor, con su acostumbrado estilo “cursi y empalagoso”: “La felicidad es la caricia gozosa que produce el aroma de una sonrisa cuando penetra e inunda la caja mágica de música que hay dentro de tu corazón”.
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Esta reflexión, aunque ahora en parte modificada, fue escrita por Rusty Andecor y dirigida a sus amigos con alma sensible el día 1 de Diciembre de 2007, junto a su música más hermosa del mundo.
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(Nota: aclararos que los textos resaltados en color verde corresponden a citas literarias de cuyos autores hago clara referencia, mientras que las citas que destaco en color azul son de mi propia autoría, es decir, de Rusty Andecor; teniendo un significado exclusivamente personal el texto que resalto en rojo)
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