En principio, somos víctimas de la
manipulación que ejerce la clase política y de la influencia de los medios de comunicación.
Pero también quedamos “tocados” por la deslealtad y el engaño que a veces
existe en nuestras relaciones humanas. Con estsa excusa, se me ocurre hacer una
breve reflexión sobre ese “diamante” que alguna vez hemos llevado dentro de
nosotros: LA LEALTAD.
Vicente Alexandre dijo “Ser leal a sí mismo es el único modo de llegar a ser leal a los demás”. Efectivamente, yo creo que “la lealtad es una virtud que comienza con uno mismo, que para ser leal a las personas que nos rodean es necesario que empecemos por nosotros y que seamos fieles a nuestros propios principios”.
Es evidente que “Cuando se es leal no caben equívocos de conducta, ni desviaciones provocadas por los sentimientos o resentimientos; pues si la pasión, la vehemencia en una relación, en la amistad, en el trabajo o el amor, cualquier de ellos, hiere el corazón de nuestro semejante, la lealtad ya no existe”.
Pienso que muchos de nosotros hemos sido
alguna vez tramposos y truhanes, falsos e inmorales, frívolos y desleales.
Después, a casi todos, algo nos ha dignificado y liberado de la esclavitud de
nuestro egoísmo, de nuestra arrogancia y de nuestras miserias. Quizá, porque
una luz apacible y generosa, que nos inspiró desde dentro o en nuestro
alrededor, nos sedujo e hizo que fuéramos capaces de emplear ese “diamante” que
llevamos “escondido”. Tal vez, ese golpe de lealtad, a tiempo, alivió el
calvario de quien se lo merecía, o no. Pero, incluso... “a veces llevados por la
lealtad que le debíamos a nuestros principios y a nuestro propio compromiso, ese
“diamante” nos ha servido para recuperar nuestros sueños perdidos".Si tuviéramos que elegir un lugar en el que vivir para
siempre, y con quien hemos creído, seguramente nos
quedaríamos en la Calle de La Lealtad.
Ángel González "Rusty Andecor"