SOBRE LA SOLEDAD.
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Si consultáramos el Diccionario de la lengua española y buscáramos esa palabra tan contradictoria en su contexto y en la influencia para cada uno de nosotros, nos encontraríamos con una definición tan simple como frustrante. Dícese de "la carencia de compañía" o del "pesar y melancolía que se siente por la ausencia, abandono o pérdida de alguna persona o cosa", son tan solo sus lacónicas acepciones. No hay mucho más en su definición para un concepto tan controvertido, siendo uno de los estados anímicos y emotivos que más contribuyen en la complacencia de nuestra felicidad o en su desventura, como es la soledad.
La soledad es... "mucho más" y la contradicción de su definición más amplia es tal que, a veces, "se padece más cuanto más acompañado te encuentras". Por eso y porque es esa soledad que sufrimos, cuando estamos inmersos en medio del "calor humano", y que es la que más nos angustia, es por lo que quiero hacer hoy una reflexión solo de ese aspecto.
Quise conocer antes un poco la ansiedad y la amargura de quien siente la soledad, entre la experiencia y el comentario que hace el que se asoma en ocasiones a una de esas páginas de la Red, en donde tal vez se busca una explicación o un consuelo; y me encontré con reflexiones como esta: "Para mí la soledad de estar "solo" es tolerable, pero sentirse solo en medio de tanta gente "es intolerable", y creo que el estar o sentirse solo es necesario para ver cómo reaccionamos ante esa soledad o para ver a quien extrañamos y en compañía de quien queremos estar".
Me encontré también con reflexiones como estas otras: "La soledad es un sentimiento que cada ser humano tiene alguna vez y que debe vivirla en cada una de las etapas de su vida. En estos momentos es la soledad quien me hace compañía y con quien mejor me siento; y aún así me siento sola"; o "Hasta cierto momento de nuestra vida, la soledad nos parece un castigo; pero un día maduramos y descubrimos que, en la vida, la soledad, la verdadera, la elegida conscientemente, no es un castigo, ni siquiera una forma enfermiza de aislamiento, sino el único estado digno del ser humano; y entonces ya no es tan difícil soportarla. Es como vivir en un gran espacio donde siempre respiras un aire limpio"
Después de estas consideraciones, entre el frío y aséptico diccionario y el desaliento de las opiniones que pude ver, analicé mi propio parecer y el alcance de su sentir, como protagonista también de tal "estado del alma", pero no sin antes buscar un significado en la intuición que me hace ver la experiencia de los demás.
Y así, "la soledad de estar solo" en medio de la gente, esa en que "sufres" en la compañía del "calor humano" de los que están a tu alrededor, porque no te escuchan ni te comprenden, porque ni te dejan hablar, pues solo se lucen con su vanidosa retórica, su presuntuosa ocurrencia y su frívola arrogancia, puede que -esa soledad- sea la que más defrauda. Pero además, nadie está ajeno en algún momento, al desvarío ocasional de su propia incomprensión, a la desconfianza y rechazo de su estima o a la apariencia de su fracaso. Es en estos momentos cuando, ante la evidencia de la muralla que impone la falta del acercamiento humano o la carencia de tu autoestima, cuando te ves empujado a cobijarte en ese universo reservado y gratificante que mejor te entiende, y en el que encuentras el desahogo de tus frustraciones y desencantos; y ese espacio se convierte, quizá, en tu mejor amigo: tu soledad.
Andecor dijo una vez, refiriéndose a una crisis de uno de sus personajes que tuvo que protegerse en su soledad "No se puede escarbar ni remover entre la confusión de un desengaño o de un dolor mal sufrido y cobijado en su soledad, porque nadie puede entender la razón por la que, quien padeció la confusión o le perturbó el buen juicio, obró con su aparente desvarío. Porque nada es lo que parece sino lo que la desilusión quiere garabatear con trazos, a veces, de locura". Así, con esta reflexión, también es necesario ilustrar la situación de aquel condicionamiento humano que, ante la intolerancia de su realidad y atormentado por su propia conducta, se refugia en ese generoso universo.
Además, no olvidemos que la soledad es, muchas veces, el mejor antídoto para evitar el embrutecimiento de los valores humanos y la receta para no caer en el cinismo; es la mejor terapia para madurar después de un malogro, desventura, frustración o error cometido; incluso, a veces, es como el bálsamo que, tomado bajo una dosis pautada, puede hacerte recuperar la dignidad degradada o perdida. Quizá, incluso aunque no surgiera esta motivación, la soledad, en muchas de las etapas de nuestra vida, nos ayudaría a madurar ese ciclo que en un momento atravesamos, o a enriquecernos mentalmente de tal forma que estaríamos mejor preparados para hacer frente a ese revés, trauma o conflicto que pueda ofrecernos el destino. Por eso, "La soledad es la conquista a la que debe dedicarse todo ser humano" (Carmen Maura).
Pero hay algo más; decía Gustavo Adolfo Bécquer "La soledad es el imperio de la conciencia". Yo pienso que es también "la antesala de la reflexión del alma"; es "el mejor auditorio" para oír -tal vez- la "La música más hermosa del mundo"; es también "la biblioteca mágica" para leer lo que más te gusta" y "el Café encantado" para sonreírle al corazón". Porque la soledad es la sensación entre el discurrir de esa decepción y amargura que origina la incomprensión, el distanciamiento y el egoísmo humano, y la complacencia o disfrute de la plenitud de ese estado generoso que se produce en la intimidad de nuestro retiro.
Y fue el filósofo inglés Bertrand Arthur William Russell quien dijo "La libertad es algo maravilloso, pero no cuando hay que pagar por ella el precio de la soledad"; añadiendo Rusty Andecor, "Cuando para obtener esa añorada libertad, el precio de esa soledad se puede compartir, unas veces desde la ilusión, otras desde la etérea realidad, con el "invisible amigo del alma" que te comprende y te sonríe, se cumple el mensaje de Bécquer en su cita: "La soledad es muy hermosa... cuando se tiene junto a alguien a quien decírselo".
Y si bien es cierto que, como decía Schopenhauer, "La soledad es la suerte de los espíritu excelentes"; no olvidemos, dice Andecor, que "la soledad nos incita a pensar demasiado, nos sugiere y nos tienta a extralimitar la frontera de la imaginación, nos inquieta y nos desalienta cuando no hay nada que compartir, y a veces nos conduce al abatimiento, cuando no a la desesperación".
Finalmente, recordando los últimos versos de Rusty Andecor, en que "solo camino, sin más empeño"; ... "solo camino, cabal y entero", se concluye, en su poema:
Llego a un destino que aún no conozco,
es el remanso y quietud que anhelo;
siento el vacío mirándome solo,
quedo tranquilo y veo en un espejo:
es tu sonrisa y es mi consuelo.
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Por Angel María González "Rusty Andecor"
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Sobre el aburrimiento.
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El aburrimiento es uno de los males de nuestra existencia, y está muy condicionado al cansancio, a la desgana de la actividad, a la apatía y a la rutina. El Diccionario de La Real Academia de la Lengua nos suele ilustrar su definición más que como "un abandono, una dejadez, un desánimo o una carencia de entusiasmo". Pero también es una pérdida de interés para implicarse en una actividad, y una desmotivación para exprimir todo aquello que nos pueda dar una satisfacción o un placer.
Dice Rusty Andecor que "El aburrimiento es la simpleza y la apatía del que, habiendo caído en la rutina de sus costumbres y de sus hábitos y en la decadencia de su vagancia, carece de imaginación y de ilusiones. El aburrimiento es, además, la consecuencia de la cobardía del que teme aventurarse en el desconcierto de sus deseos reprimidos o de los anhelos y la vehemencia de su corazón, porque, además, le coarta la dinámica de sus convicciones y el deterioro que le ocasiona su desánimo y su pasividad"
Añade Rusty "La persona aburrida es la que deja pasar el tiempo sin que se dé cuenta que lo está perdiendo". Habría que ahondar más en la naturaleza de su origen y de sus consecuencias, porque quizá "el aburrimiento no es un estado de ánimo, sino la dejadez del alma, el abandono de las motivaciones e, incluso, el deseo de realizar un sueño y no tener ganas de procurarlo, a veces, ni de vivirlo". Es más; "quedar atrapado en el aburrimiento puede, incluso, hacer perder la exquisitez de un instante, la felicidad de una experiencia y matar la ilusión de la vida".
Finalmente, yo, como ese Rusty romántico, bohemio y excéntrico que soy, diría que "El aburrimiento es el grito mudo y ahogado del alma anhelante por la nostalgia de una ilusión o por el deseo estimulante de un poco de pasión".
Así que si alguna vez "caes en ese pozo tan frustrante" que es el aburrimiento, "déjate caer" -por ejemplo- en la tentación de aceptar la idea de comprar unas entradas para asistir a un concierto, como el que tengo anunciado aquí mismo, al lado de este espacio, en la semana del Jazz de Vitoria, con una excursión previa a la Cuesta de San Vicente para tomar buen vino y exquisitas tapas, y disfrutar luego de un ambiente entrañable y emocionante, en ese evento musical y al que yo, acompañado de mis amigos, suelo ir desde hace ya muchos años. O si lo prefieres busca la aventura, a través de la imaginación más allá de esos límites que separan la ordinariez y la vulgaridad de lo increíblemente fantástico y algo boemio. Aunque, si nada de eso te seduce o, simplemente, no te atreves, vente con tus amigos "de cañas" aquí a Coria, un viernes por la noche a visitar el "Candilejas" o el "Cocabana", y en cualquiera de los dos me encontrarás, bebiendo vino, claro.
Con eso y con las canciones de un disco muy especial que podría prestarte y que se llama "Canciones para combatir el aburrimiento", quizá consiguieras hacer desaparecer un poco ese aburrimiento que alguna vez pudiera apoderarse de tí (es una receta para tener guardada en el cajón de la mesilla, "por si asado")
Termino ya con una cita que dije una vez a aquella musa de mis sueños: "No me importa que conmigo te aburras, lo importante es que no te aburras con los que puedan hacerte feliz".
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Por Angel M. González "Rusty Andecor".