Y es que nuestro mundo es complicado, difícil, codicioso, inmoral, malvado. Cada uno de nosotros vive encerrado en su "castillo de intereses", en donde solo giramos alrededor de ese sol engañoso que sirve a nuestro propio beneficio, que nos aleja de la bondad y la complacencia de nuestras relaciones humanas, y del calor de la familia y la amistad. Por eso, cuando la luz de ese sol impúdico y falso, que engrandece nuestra vanidad y nuestra codicia, y nos corrompe, conseguimos que se aleje de nosotros, obtendremos la influencia benévola del resplandor de aquella luna, nuestra cómplice, la que sonreirá en nuestro destino. Será entonces cuando nos daremos cuenta que podremos ser un poco más felices.
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Porque ahora que se acerca la Navidad, todos pensamos en la esperanza de que se cumplan algunos de nuestros sueños, pues eso es la Navidad, "la esperanza feliz...". Y no podemos evitar pensar en ese "trineo de la ilusión", que será el que nos dejará nuestro regalo más deseado. |
Porque, no olvidemos que, rechazar la concordia, de ese generoso acercamiento, entre nosotros, para sumergirse en la miseria de la hostilidad, la maquinación, el descrédito y la intolerancia, declarándonos la guerra, entre unos y otros, es escondernos en las tinieblas del caos, de la incomunicación humana y de su infelicidad.
Quería aprovechar para reflexionar sobre "el encanto y desencanto de las cosas de la vida", pero me he dado cuenta que prefiero hacerlo desde una perspectiva de concordia de paz y armonía, ahora que se acercan estos días familiares y de íntimos amigos, quizá también porque desde hace algunos años intento buscar, tal vez y durante cada día, mi propia reconciliación. Puede que caiga en el tópico de muchos de nosotros y en la trampa de siempre: "es Navidad y... bla, bla bla", para hacer el juego a los convencionalismos y rutinas comerciales y a los intereses consumistas. Todos sabemos que, más que alegrías en estos días, son los recuerdos y la nostalgia de esos maravillosos momentos que ya se nos escaparon. Pero yo, como muchos, no podemos impedirlo y volvemos a "caer en la trampa" de las fiestas navideñas.
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Son maravillas que, a veces, buscamos en los caprichos de nuestra fantasía, en los sueños, como si deseáramos buscar la protección y el cobijo de la mano de esa mágica ninfa que vela nuestro destino, como hace con ese pajarillo. |
He vuelto a repasar mis mensajes de Navidad de otros años, los que dirigí en este mismo blog a mis amigos y a mis cómplices. Y hoy, para recordarlos estos días, he querido extraer los deseos y las frases que más identifican ahora mi sentimiento. Por eso recordaré, desde el mensaje más antiguo, un brindis por el calor humano, en la amistad, en la familia y en quienes siempre fueron buenos compañeros de viaje, a través de una copa llena de sonrisas, junto al deseo de un guiño recíproco y complaciente, dejándonos fascinar por el invisible abrazo de una sonrisa, para pensar que "existen maravillas en nuestro cercano universo, aún en las pequeñas cosas de la vida, en la oscuridad y hasta en el silencio, y que la felicidad está, a veces, en cualquier estado en que uno se encuentra".
Recuerdo uno de mis homenajes, ese "mundo maravilloso" que está "ahí fuera", y pienso:
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Y el mundo es maravilloso cuando encontramos el consuelo de nuestra soledad y el amparo de quien vela ese vuelo que ahora deseamos emprender, en el nuevo año. |
porque las rosas rojas que florecen en el jardín
de nuestra ilusión empapan de fragancia y de ternura la bondad de nuestros corazones.
El mundo es
maravilloso, porque hace que los colores del arco iris,
esos que aparecen en los tropiezos y dificultades,
entre los caminos de nuestra vida,nos animan y nos reconfortan. Y...
El mundo es maravilloso,
porque hace que las lágrimas que derramamos, por el dolor que sufrimos o por la soledad que nos envuelve, se convierte en felicidad, cuando encontramos, a veces, quien nos consuela con su sonrisa, y perdona nuestra equivocaciones y el daño que le pudimos ocasionar." (Hacer clic en los 3 títulos "El mundo es maravilloso" para reproducir el tema musical de Rod Stewart)
Porque... no olvidemos que:
"El mundo no sería maravilloso si viéramos su horizonte siempre oscuro y cargado de desesperanza.
Ni sería maravilloso si no dejáramos que floreciera la ilusión en nuestros corazones.
Ni sería maravilloso si no hubiera color ni brillo en esa fuerza, valor y constancia con la que atravesamos las dificultades de nuestra vida.
Como tampoco sería maravilloso si no consoláramos el llanto de nuestra familia y de nuestros amigos con una sonrisa, ni le perdonáramos el daño que, quizá y sin quererlo, nos ocasionó".
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Son los colores de la generosidad, que sólo llevan afecto, entrega y respeto. Su riqueza es el mejor de los deseos en esta Navidad y como siempre, para quienes guardamos en nuestro corazón |
Como recuerdo también, los colores de la generosidad que puse en el mensaje de unas navidades que dirigí entonces a mis viejos y ya lejanos amigos y... puede que... a quien pudo ser cómplice. Unos colores en forma de estos versos:
"Si no te puedo ofrecer mi riqueza,
pues nada tengo que darte,
te llevo a ti, mi pobreza,
es Navidad y...
la mejor prueba de amarte".
Porque es "mi pobreza", (la de cada uno), ese tesoro tan preciado que cada uno de nosotros puede aportar a los demás: el respeto, la entrega y disposición hacia quienes tenemos a nuestro lado, nuestro afecto y, sobre todo, la bondad de sentimiento que, desde el corazón, deseamos compartir para encontrar nuestra felicidad, especialmente, en los momentos más "flojones" de nostalgia, como en el de unas fechas en que sentimos que nos falta alguien.
Fue entonces cuando brindé con aquella misma copa que llené de sonrisas, y ahora...
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El mundo es maravilloso porque los copos blancos de nieve que caen del cielo, las casas y los campos nevados, y el aroma de los espacios tan hermosos, engrandecen nuestra esperanza. |
"por la caída del muro de la incomprensión y la intolerancia,
de la deslealtad y la arrogancia,
del egoísmo y la obstinación,
del rencor y la vileza,
de la mentira y la corrupción;
y porque resplandezca el entendimiento,
la humildad y tolerancia,
la generosidad y la honradez,
la nobleza y el respeto
y el calor humano".
Y es momento de recordar que el mundo..., ya lo sabemos, es un absoluto desengaño, pero también es un espacio mágico, repleto de personajes entrañables, que se convierte, a veces, en un escenario fantástico en donde podemos ver la esencia del ser humano; su encanto, su bondad y su generosidad.
En cuanto a mi referencia, al principio, sobre "el encanto y desencanto de las cosas de la vida", me gustaría hacer repaso de cuatro reflexiones importantes que hice hace unos años en mi blog. Pero sólo haré mención de una reseña de cada ensayo que publiqué, quizá lo que más se asemeje a mi sentimiento en estos próximos días.
Decía, cuando escribía sobre la reconciliación, que "Hay momentos en que yo creo que
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Ese mágico instante puede ser "las 12" de la noche del nuevo año, porque la intensidad de nuestros deseos nos traerá, con esa explosión de luces y colores, la reconciliación con las escenas más desafortunadas y que queremos mejorar, para recrearlas y brindar por ellas en esa hora. |
necesitamos más que nunca enriquecer nuestras relaciones humanas, no ya con la familia, sino con los amigos, esos en los que aún confías y piensas que te son leales. Y hay un momento en que deseas la plenitud de una reconciliación, con los demás y contigo mismo". Quizá, uno de esos momentos está, ahora, en estos días en que no hacemos más que recordar otros momentos que están ya en el pasado; porque a quien más y a quien menos, después de haber vivido mucho, seguro que le ocurre. Y pienso que "podemos rebobinar algunas escenas de nuestra vida, pues conservamos en la mente esas fotografías, viejas y de color sepia, para contemplar e imaginar su momento, dedicándole una sonrisa; lo que ocurre es que el reloj que marca el tiempo no puede dar marcha atrás para volver a vivir las escenas, ni para cambiarlas o mejorarlas. Pero en cambio, es el instante que vivimos, ese que mueve y marca ahora mismo el reloj, el que podemos exprimir para vivir su transcurso intensamente y para gratificarnos con un guiño evocador de aquella escena del pasado".
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Todos
contemplamos, desde nuestra secreta ventana,
la cruda y fría realidad de fuera, mientras nos viene
a la mente las personas que no debieron formar
parte de algunas de escenas. Sin embargo, todo
forma parte de nuestro proceso de reconciliación.
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Y creo que "El momento de empezar a reconciliarnos con nosotros mismos es aquel en que nos acercamos al mundo real para intentar entenderlo y para ser entrañables y generosos con cada uno de los seres que lo pueblan y con las maravillas que lo adornan". Porque hay ocasiones en que esos seres los hemos ignorado o despreciado, puede que a causa del resentimiento o de que nos hemos obstinado en su culpabilidad. Pues... "Cuando contemplamos, a través de la ventana de nuestro "universo secreto", esa parte de la realidad vivida, quizá nos lamentemos de haber confiado en las personas equivocadas. Y sentimos que es triste, pero su comprensión y tolerancia debe formar parte de nuestro proceso de reconciliación".
Lo cierto es que durante un tiempo me convertí en un "jubiloso" y "sabio pensador de mis propias reflexiones", que seguía cavilando en la experiencia del resultado de mis más recientes acontecimientos. Y afirmé: "Hay que intentar vivir cada día, como si ése fuera el más importante de nuestra ordinaria y extraordinaria vida, para disfrutar cada instante de él" y desde luego, "hay que vivir cada día y cada instante, como si fuera el último, hasta la ancianidad". Así que pensé también: "Leeré mis libros y escribiré mis pensamientos y mi poesía, en mi rincón, escuchando mi música, con mi copa y mi café. Y jugaré con la ficción y la mentira, y al final, me quedaré con el fulgor y la claridad de la verdad".
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El color del mundo es como lo vemos y lo enmascara nuestra propia tolerancia y nuestro propio corazón; no vemos la capa de mugre ni su brillo mortecino que cubren la realidad, pues es el matiz pútrido el que confunde el que queremos ver y es el que, bajo el aspecto de esa estampa navideña, muestra y nos proyecta la inexistente o falsa verdad. Vemos como bajo las huellas del paso de los coches la nieve desaparece y nos encontramos con la mugre que estaba escondida. |
Pensé que "el mundo está construido, en parte, por la verdad y la mentira, que su armonía y equilibrio lo hacen más hermoso o más sucio, más admirable o más detestable; que lo iluminan o lo oscurecen, lo serenan o lo perturban. Pero la verdad, se transforma o se oculta, mientras que la mentira, la que ilumina, acaricia y adula nuestros sentimientos, nos engaña con su astucia". Por eso, cuando hablaba de la cortesía, un recurso que navega entre la verdad y la mentira, dije de ella que "cuando se percibe o se recibe, nadie sabe de los límites de su benevolencia o perversidad, de su supuesta sinceridad o hipocresía, de su honesta intención o cinismo".
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Curiosamente, los títeres del teatro del mundo también tienen su propio escenario en el que se valen para manejar otros títeres a su antojo. Nadie se escapa del sometimiento de sus eslabones. Nuestro trabajo será romper la cadena. |
Recuerdo también una vieja imagen bajo la que coloqué este mensaje: "A veces, en ese teatro del mundo en el que vivimos, y en el que encantadores, poderosos y aduladores nos manejan con sus promesas y su burda quimera, como títeres en su escenario, nos dejamos seducir por el atractivo de la mentira que escuchamos o por el falso color que vemos. Nuestro gran trabajo será alejarse de la mentira y buscar la luz y el color de la verdad."
Sin olvidar a Einstein, cuando dijo: "El mundo no está amenazado por las malas personas, sino por aquellas que permiten la maldad"; ni a García Lorca en sus versos: "Desechad tristezas y melancolías, que la vida es amable, tiene pocos días y tan sólo ahora la hemos de gozar". Así que, concluí: "No perdamos la confianza y, al menos, creamos en esa parte noble y decente que todos llevamos dentro. Ignoremos a quienes permiten la maldad y la mentira y seamos generosos de afecto en estos pocos días, porque... los hemos de gozar"
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Puede que sea un iluso (o ignorante de la vida, que dicen), la nieve siempre fue generosa, la luz de la luna y la de un faro en una noche de Navidad, también. Si la puerta de nuestro fracaso o desencanto se cierra, se abre la de la esperanza. Brindemos por una vida y un destino mejor, aunque el mundo siga igual. Siempre habrá copos muy blancos de nieve y una luz que nos inunden de felicidad. |
De mi ensayo sobre la conversación dominante y compulsiva, me quedo con un comentario que hice a una pintura de Beraud que publiqué en su día, y que decía algo así: "Puede que, en ocasiones, sea necesaria alguna botella de licor encima de nuestra mesa, un elixir que nos haga viajar a ese estado de "beatitud" (como lo llamaba Luis Buñuel), con el fin de poder alejarnos de esa cruel secuencia de la vida que nos persigue y mortifica". Ahora va a ser Navidad y ese licor o champán se puede sustituir por una "borrachera de generosidad y de buenos deseos", entre nosotros, los que buscamos ese estado de "beatitud", de bienestar. Sólo así conseguiremos alejarnos de esa cadena de secuencias de hipocresía y de mentiras de quienes tenemos muy ce cerca, y de corrupción y maldad que deshonra nuestra especie humana. La conversación estará agotada, incluso será inútil el consuelo de unas pocas palabras. "Nuestra salvación estará en aceptar lo que hemos sido y reiniciar una nueva etapa con la mutua complicidad de esos "buenos deseos", junto con un brindis por el testimonio de los hechos que vamos a compartir".
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Siempre nos queda la llama de la esperanza, las bolitas de la ilusión y "el mensaje" con los colores de la Navidad. |
Y en cuanto a la soledad, esa que envuelve y armoniza la que yo llamo "la antesala de la reflexión del alma" pero también "la mejor compañera del alma, con quien mejor uno se siente, porque es como vivir en un gran espacio donde siempre respiras un aire puro", pienso que "es como un bálsamo milagroso que, tomado bajo una dosis pautada, puede hacerte recuperar la dignidad degradada o perdida". Si bien, "en ocasiones, sentimos el silencio y el vacío de la soledad, cuando ni el alma nos acompaña. Entonces, y para no derrumbarnos, tenemos que apoyarnos en el recurso de la esperanza del calor humano de quien está cerca de nosotros y encender la sonrisa de nuestra ilusión".
Sin embargo, hay un desconsuelo en el ser humano que se produce cuando sientes que quienes te
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Con el equipaje, lleno de ilusiones y sueños, esperando el tren de la esperanza, el que te llevará a un destino en donde la soledad se convertirá en una sonrisa y en un consuelo. |
rodean están ausentes y que no existes para ellos, o cuando "no entran en el cobijo de tu corazón" y te consideran una persona ajena o un desconocido. La soledad es más amarga cuando notas que no tienes a nadie en quien confiar ni en confesar esa dramática soledad. Quizá, es el momento en que puedes hacer tu improvisado equipaje y meter en él lo que queda de tus ilusiones, de tus valores, de tus proyectos, de tus sueños, y luego buscar ese andén para coger el tren de la esperanza. Podrás guardar en tu maleta algo valioso para hacer escala, antes de llegar a tu destino, en el escenario de la auténtica Navidad. Será como llevar allí la soledad del corazón para renovar su ánimo y sus deseos de vivir. Luego, cuando hayamos depositado nuestro "regalo navideño" en el lugar y en el regazo de quien deseábamos visitar, reanudaremos nuestro viaje hasta ese "año nuevo" que nos espera, y en el que encontraremos nuestro destino, ese en el que tendremos puestas todas nuestras esperanzas.
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Siempre hay una eterna Navidad en el corazón de quienes nos sentimos unidos por un entrañable calor humano. |
Finalmente... "Siempre hay una eterna Navidad en el corazón de los que sentimos el afecto sincero y la generosidad incondicional por nuestros semejantes", sin que importe que seamos o no familia o amigos. Creo que "es el momento en que percibimos que el mundo es maravilloso, porque sólo entonces, cuando envolvemos e inundamos de calor humano a las personas de nuestro alrededor, es cuando nos sentimos felices".