“Sonríe,aunque solo sea una sonrisa triste,
porque más triste que las sonrisa triste
es la tristeza de no saber sonreír”
(Charles Chaplin)
“Prívame de la ilusión
de una palabra en un mensaje,
del rubor de una mirada,
de la elocuencia de un silencio,
de la promesa de una cita
y de la esperanza de un encuentro.
Prívame de la música de un suspiro,
del perfume de un abrazo,
de la caricia de un beso,
pero no me prives de ver tu sonrisa,
en ese instante que yo quiero.
(Rusty Andecor)
“Hay cosas en la vida que te pueden haber hecho sufrir,
otras enfadar y algunas llorar,
pero cuando estés en el peor de los momentos
no te quejes y… sílbale a la vida,
porque así, todo te ayudará a pasarlo mucho mejor.
Y… mira siempre el lado bueno y brillante de la vida.
Si la vida crees que te falla y te engaña,
sonríela;
Porque hay algo que quizás has olvidado,
y es que debes reír, sonreír, bailar y cantar”
(Art Garfunkel, de su canción
“Always Look On The Bright Side Of Life ”)
“Nadie podrá conseguir fascinar
con sus reconocida belleza
si no lleva en sus labios y en sus ojos
la sonrisa sincera del corazón”
(Rusty Andecor)
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(Mi hijo Jorge, de pequeño, sonriendo “dulcemente”)
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Decía Rusty Andecor, ilustrando una de sus reflexiones, “La sonrisa es el mejor masaje para el corazón y el bálsamo para las preocupaciones; es el guiño de los buenos amigos y el consuelo de los tristes; es el alivio del cansancio y la fuerza para el alma; es la esperanza para los que sufren y la luz para los desesperados; y es, sobre todo, el vestido más resplandeciente para un corazón hermoso”. Aún así y buscando, no solo su poder terapéutico, sino gratificante para los demás y para uno mismo, la esencia de la sonrisa está en su naturalidad y autenticidad, porque su expresión es la exteriorización de los sentimientos y de las emociones, agradables, confortables y placenteras; en definitiva, la sonrisa es la seña evidente del estado de felicidad del corazón humano, que se muestra en el rostro, en sus rasgos faciales, alrededor de los ojos y en su misma mirada. Pues, decía Rusty en una de sus cartas a sus amigos: “… esa sonrisa que resplandece en los labios y sugiere la mirada es la revelación del estado del alma, que emana del corazón hasta nuestro rostro como si fuera la caricia gozosa de un beso”
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Se dice que el semblante que mostramos es nuestra “carta de presentación” y quizá la sonrisa puede ser el “escaparate del alma”. Porque no hay que olvidar que la sonrisa también es una expresión involuntaria de ansiedad y de otras emociones menos felices. Puede que la sonrisa, a veces, sea la manifestación de la desaprobación de una persona hacia otra, del reproche, del sarcasmo y de la burla, del desprecio y hasta del odio. Pero nunca debería ser la sonrisa un artificio de cortesía, pues ese gesto es una mueca que no sale del corazón, sino de la falsedad y de la hipocresía que aparece a menudo en la naturaleza de nuestros prejuicios sociales y de los rasgos más frívolos de nuestro condicionamiento humano; pues decía Andecor a un personaje de uno de sus cuentos que “la sonrisa debe ser la luz que te guía en la penumbra de esos momentos de la vida ensombrecida, cuando te cruzas con la mentira, la soledad y el desencanto", y añadía “no te olvides de que esa luz brille desde tu corazón”.
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Tal vez, en ese “guiño de complicidad” que tuve, cuando dediqué mis reflexiones a “mis amigos con alma sensible”, aparecía una sonrisa para cada momento, para el sabor de cada grato sentir o para el sinsabor de cada “sinvivir”. Pues sabemos que hay sonrisas con perfume de amistad y también de generosidad, que hay sonrisas de aburrimiento, algunas, tras la sombra de la soledad y, peor aún, con sabor a desencanto. Pero siempre queda la mejor de las sonrisas: la de la felicidad y la que lleva el color de la lealtad.
Sin embargo, Gabriela Mistral decía “hay sonrisas que no son de f
elicidad, sino de un modo de llorar con bondad”. Shakespeare, por su parte, dijo “hay sonrisas que hieren como puñales”. Y citas, como ”aquel cuya sonrisa le embellece es bueno y aquel cuya sonrisa le desfigura es malo”, o “es mejor olvidarse y sonreír que recordar y entristecerse”, de la poetisa Cristina Rossetti, o ”Conviene reír sin esperar a ser dichoso, no vaya a ser que la muerte nos sorprenda sin haber reído”, de Jean de la Bruyère. Todas ellas, con su elocuencia, para enriquecer todo el universo de nuestra vida. -
Más allá de la sonrisa, la risa es una forma de expresar emociones o reaccionar ante determinadas situaciones repentinas e inesperadas. De ella se dice que es una conducta que favorece la confianza y la comunicación entre las personas, pues “La risa es la distancia más corta entre dos personas”, decía el pianista Vìctor Borge; que libera la energía negativa de nuestra mente, que tiene capacidad de aliviar el dolor, incluso el del corazón, y que favorece el equilibrio vital; así, nos ilustra Curzio Malaparte ”Cada vez que un hombre ríe, añade un par de días a su vida”.
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Y aunque no hay mejor remedio terapéutico que el ejercicio de la carcajada para poner en marcha 400 músculos faciales, el yogui y gurú hindú Swami Sivananda nos recuerda que “Son necesarios cuarenta músculos para arrugar una frente, pero sólo quince para sonreír”. Esto nos hace comprender lo sencillo que es producir una sonrisa.
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No es momento para disertar sobre las propiedades de la risa, que son innumerables, y que, además, entre las de despejar la nariz y los oídos, ayudar a oxigenar la piel, facilitando la entrada del aire en los pulmones, tiene su “efecto masaje” de tipo digestivo, ayudando a eliminar ácidos grasos y toxinas, cuando, al reír se produce el movimiento del diafragma; además de tener un efecto analgésico tonificante y antiarrugante, ya que estira y estimula los músculos. Por otra parte, está probado que al aumentar la adrenalina se produce una capacidad de reanimación, reduciendo y eliminando el estrés, y que al favorecer el movimiento del diafragma fortaleciendo los pulmones y el corazón, previene el infarto.
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Pero recordemos de la sonrisa que -decía Tomás de Iriarte- “la sonrisa es el idioma universal de los hombres inteligentes”, que “La sonrisa es una verdadera fuerza vital, la única capaz de mover lo inconmovible”, decía el escritor inglés Orison Swett Marden. Y son los efectos psicológicos de la risa
, sin olvidar los de la propia sonrisa, los que influyen en el acercamiento y en la mejora de las relaciones sociales, para que éstas sean más fluidas y más entrañables, concatenando su contagio y evitando a veces las situaciones más incomodas. Además, no hay poder más persuasorio que la sonrisa, en situaciones en que son las emociones las que influyen; pues decía William Shakesperare “Es más fácil obtener lo que se desea con una sonrisa que con la punta de la espada”.
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El comediante estadounidense W.C. Fields decía “Empieza cada día con una sonrisa y mantenla todo el día”, añadiendo el moralista francés Nicolas de Chamfort “El día más irremediablemente perdido es aquel en que uno no se ríe”. Y yo pienso que “la sonrisa es el bálsamo que te reconforta del cansancio de la rutina, del mal sabor del egoísmo humano, de la simpleza que hay en la hueca frivolidad de muchos que te rodean y de la ingratitud de tus amigos, aquellos a los que has regalado tu generosidad”.
A veces, no nos damos cuenta que el maquillaje natural de la sonrisa es la imagen más radiante para identificar la belleza de quien la expresa, porque -decía Rusty- “a veces la belleza solo la encontramos cuando vemos una sonrisa franca y auténtica, sin fijarnos tanto en el aspecto físico”.
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Como tampoco nos damos cuenta que “una sonrisa es cosa de un momento y sin embargo casi siempre perdura en la memoria”, que “dura un segundo, pero su recuerdo, a veces, nunca se borra”; y que, además -decía Frank Irving Fletcher- “la sonrisa enriquece a quien la recibe, sin empobrecer a quien la ofrece”.
Recordemos siempre que “Sonreír es querer soñar dentro del otro”, que
decía la escritora cubana Bacardí de Argamasilla, o “si alguien está tan cansado que no pueda darte una sonrisa, dale la tuya”, que decía un proverbio chino; porque si tu amigo no quiere sonreírte y se muestra seco, agrio o enojado, seducirás su ánimo, complaciéndole con tu sonrisa. Y sobre todo, no olvidéis aquella cita: “Sonríe y no te escondas detrás de tu sonrisa; y muestra aquello que eres, pues existen personas que sueñan con tu sonrisa, como yo sueño con ella”
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Pero no podemos olvidar que la sonrisa que tiene un componente expresivo que emana desde nuestro propio estado anímico, de forma involuntaria, como una fuerza inevitable de manifestar nuestros sentimientos. A veces evitamos expresarnos sonriendo porque la dinámica de de ese condicionamiento de la vida, tan acelerado, tan falso y tan rodeado de prejuicios sociales, no nos facilita la sinceridad y naturalidad de una manifestación tan noble. Así que no olvidemos ese pensamiento que dice “la vida es un espejo, aprende a sonreírle y él te sonreirá a ti”, para darnos cuenta que la sonrisa ilumina los colores de nuestro propio ánimo, aunque éste no sea el más favorable para sonreír, pues “a veces, sonreír es la mejor forma de contribuir a cambiar ese mundo gris que nos acecha cada día”. -
Quizá sea una pretensión demasiado ambiciosa, pero si sonreímos, contagiando nuestra sonrisa y sin esperar a ver esos colores luminosos que nuestros ojos desean encontrar, haremos que el mundo sea tan maravilloso como lo canta una canción de Rod Stewart en ese video, en Youtube, en la cabecera de este espacio (haciendo clic en el título de la reflexión) Por tanto, “no guardes la sonrisa que puedas dedicar hoy, para mañana; porque solo podrás sonreír mañana si has sonreído hoy”.
Por eso, quisiera deciros que hay una música maravillosa que interpreta ese mágico violín, que es nuestro corazón. Esa música, natural, sincera y generosa, es nuestra propia sonrisa; ella es la que nos hace gozar con sus notas y acordes, cada instante de su melodía; ella es la que nos ayuda a ser un poco más felices.
Pues la vida es como un poema sinfónico. Toda su música está repleta de lágrimas y risas, de suspiros y sonrisas, de aromas y colores, de sabores y de brisas. Unas y otras, son los movimientos de la sinfonía. Y no olvidemos que el color de sus acordes, el aroma de sus notas y el sabor de su tristeza o de su dulzura se difuminan si no están impregnados por la sonrisa.
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Y vi en aquella sonrisa…
la música de una mirada, 
el perfume de un aliento,
el color de una esperanza,
el sabor dulce de un latido,
el beso de aquel alma
y el dibujo de un sueño.
-- “Si queremos que ese mundo
quizá extraño, inquietante
y turbio nos sonría
debemos sonreírle nosotros antes a él,
aunque lo veamos tan... tenebroso.
Si el mundo ve nuestra sonrisa…
podremos seducirle y seguro, seguro
que él nos sonreirá también”
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Por Ángel González "Rusty Andecor"
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(Mi hijo Ángel, de pequeño, sonriendo con su traje de “coriano”)
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Como ya había anunciado hace unos meses, he querido cerrar esta recopilación de reflexiones con mi perspectiva sobre la sonrisa; envolviéndola, tal vez, con mis apreciaciones más intimistas y mi inevitable toque "ensoñador".
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Me gustaría hacer una dedicatoria muy especial de esta reflexión a los que sonríen al desencanto y al sinvivir, a los que son felices en su soledad y desafían la incomprensión y el olvido de los demás.
Para ellos, escribí esta cita, porque... también la escribí para mi:
"Nadie está solo cuando sabe que alguien le sonríe;
nadie está triste cuando siente que tiene una sonrisa de un amigo"
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A esos mis estimados "amigos con alma sensible", que aparecen en mis encuentros, al otro lado del teléfono, y que están en mis recuerdos. Naturalmente, también a todos los que acuden al "boulevard" de este blog que inventé con el fantástico nombre de "Rusty Andecor".
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También, a aquellos amigos más lejanos en el tiempo y en la distancia, a esos compañeros y amigos que dejaron de serlo, tal vez por mi culpa o porque los olvidé, pero también a los amigos que me olvidaron a mí, sin que yo les olvidara a ellos.
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Sin olvidarme de esos amigos tan especiales, en los que está mi propia familia, Juani, Ángel y Jorge, y todos los demás, con los que comparto rutas de conciertos musicales, viajes turísticos y gastronómicos, o esas tertulias en mis cafés favoritos, como el Candi, Copa, Alka-Rika o Venecia.
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También quiero dedicar... mi sonrisa... a mis duendes, a mis hadas y a mi destello, que aunque lejano sigue siendo luminoso, porque son las musas que me inspiran.
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Pero... sobre todo, sobre todo... a esa especie a extinguir que yo denomino "ensoñadores de ilusiones"
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Y un guiño más especial, aún, para Pepe Luis, mi hermano, porque "tú empezaste la historia de nuestra sonrisa con aquel ´enciende la vela` y las bromas que le gastábamos a la abuena Maurilia cuando le enseñábamos los billetes de mil pesetas y se los rompíamos (y luego teníamos que pegarlos)
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Para todo ese hermoso y querido mundo... lo mejor de mi sonrisa.
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Ángel González