Las estrellas de "La canción de la semana". Primera parte: La Chanson.

Francoise, la intelectual, a sus 18 años

FRANCOISE HARDY. Una de “mis damas de la Chanson”, hace 40 años. Aunque jovencita tímida e intelectual, defensora de los marginados, a la que imitábamos, porque era una referente para nosotros, los que presumíamos de “culturetas”, en una época tan complicada para los jóvenes, ella era nuestro baluarte ante las injusticias, atropellos y desencantos sociales que sufríamos. Aquella que en un 1962, a sus 18 años, nos cantó a… “Tout le garcons et les filles”. (Enlace con el vídeo, haciendo click en el título, como todos los que van aparecen con el mismo color). Era como un himno que no podía faltar en ninguno de los guateques de la época. Inolvidable, era la canción estandarte que nos hacía recordar nuestra inequívoca identidad de iniciadores del pop. Luego, aquella nostálgica canción “L´amitié”. (Ésta y “Mon amie la rose” fueron mis dos primeras canciones que tuve ocasión de “colgar” en la sección que creé en este blog). Francoise cantaba: “Muchos de mis amigos han venido de las nubes… en sus corazones está grabada una infinita ternura, pero a veces en sus ojos se refleja la tristeza… y el desencanto… y el desamor”. Por cierto… recuerdo que la dediqué a aquellos “mis amigos que volvieron… a sus nubes”. Mucho después, hace un par de años nos cantaría: “El amor es más fuerte que el dolor, el amor es más fuerte que la muerte… ¡hay tantas cosas hermosas para vivir!”. Entonces, hice su dedicación a quienes aman por encima del dolor y a quienes saben que hay ¡tantas cosas bellas…!

Sylvie, la rubia irresistible, a sus 19 años

SYLVIE VARTAN. Mi “amor virtual” de los 60, aquella rubia irresistible, con su voz dulce y sugerente, la bella alborotadora de los escenarios, que hasta “desquició” con su encanto a los propios “Beatles”. Y siempre ¡siempre, siempre! La apasionada belle fille entregada a su público. Nunca dejaremos de recordarla, “los que la conocimos”, por su “le plus belle pour aller danser”, escrita por Aznavour, la canción que la lanzó a la fama allá en 1964, cuando solo tenía 19 años, en aquel Olympia de París y en una actuación junto a Trini López y The Beatles.

A veces me viene el recuerdo de aquella “mágica aparición que presencié” también en el Olympia, cantando L´un part, l´autre reste y que os relaté en mi Café de París: “su presencia en aquel escenario, sumergida en los colores de una vieja década y envuelta en la nostalgia de unos posters con la imagen de un chiquilla rubia y adorable; cuarenta y cinco años después, sin aquel vestido rojo con el que tanto nos sedujo, solemne y espléndida, todas ella de negro, rubio su pelo como siempre, esperando que sonaran unas suaves notas al piano para hacer su entrada, con esa conmovedora y romántica canción. Después, la caricia de su voz aterciopelada, a la que abrazaba amorosamente la ternura del cello y de la cuerda nos fue desgranando la improvisación de unos versos que no eran los originales, tales como “devuélveme la sonrisa y las caricias de tus promesas, aquellas que me escribiste en tu mirada; devuélveme la ternura y la pasión de tu declaración de amor ¡cómo pudiste olvidarte del consuelo para mí de unas triste despedida!”.

Envidio a quienes pudieron asistir a esa emocionante actuación que tuvo lugar recientemente en el Town Hall Theater, de New York, pero sobre todo, a ese memorable concierto de su 50 aniversario, el pasado 23 de noviembre de 2011 en la Salle Pleyel, junto al Sena de París.

La eterna Sylvie, ahora a sus 68 años, bellísima e intemporal, elegante y dulce, serena y refinada; cálida y feliz ante su público de cualquier escenario que la adore escuchándola, como la reina de la canción francesa que siempre fue… casi acariciando con su voz aquel bello poema: “¿Olvidaste tus promesas? Estaban escritas. Pero el pasado no deja nada, solo una mano que permanece, un llanto y una triste despedida”. (Fue otra de mis “canciones de la semana”)

Sylvie Vartan, aquella rubia despampanante de los 60 y los 70… y de los 80… y hasta de los 90… y “la más bella del baile”. Sylvie Vartan… gracias Sylvie, “merci, merci”, por recordarnos también el maravilloso París y transportarnos a tu baile… siempre en tus brazos..

Jane, la sensual, tal vez... a sus 23 años

JANE BIRKIN. ¡Jane… Oh, Dios! Nuestra “damita” sensual, el símbolo del erotismo, el espejo del deseo de nuestra década, cuando teníamos veinti… muy pocos años. ¡Aquella canción… ”Je t´aime… moi non plus”! La verdad es que solo era un “poema” de suspiros y jadeos, pero ¡quién de mi generación no soñaba con el mensaje que sugería el “Je t´aime…”! cuando la escuchábamos cantando “aquello”, con su voz tan frágil, tenue, a punto de romperse… todos nos volvíamos locos por ella.

Cuarenta años después, cantaba con su emocionado sentimiento “Vine a decirte que me voy. Y tus lágrimas no podrán cambiar nada. Como dijo Verlaine, con el viento malvado vine a decirte que me voy. Sí, me duele tanto tener que decirte que me voy, porque tú me lo diste todo. Si, te amaba. Sí… pero vine a decirte que me voy… vine a decirte que… para siempre, me voy”. (También fue tributo como “canción de la semana”).

No quería dejar de transcribir aquí parte de mi homenaje hacia Jane, y que dediqué en mi artículo “Mis 3 damas de la chanson”, aquí en este blog: “Una voz tan frágil como su cuerpo menudo, tenue y siempre a punto de romperse, que ha permanecido con su marca distintiva hasta esas últimas canciones, tal vez más solemnes, complejas y sutiles, algunas con tintes claramente orientales. Por eso y para contrastar con las canciones más recordadas de la época floreciente de ¨”mis tres damas”, he querido incluir en mi homenaje una versión acústica de “L´anamour”. (Lo cierto es que aquella, que fue “canción de la semana”, dejó de quedar ya publicada en Youtube y éste es ahora un enlace que corresponde a una versión en la que le acompaña Beck Hansen)

Tampoco me resisto a dejaros aquí esos hermosos versos que cantaba la bella Sylvie:

“He soñado en seda y encaje, y he soñado con mi noche mágica.

Si él deseara tener mi amor, en su corazón,

Y obtener la primavera de mi vida para disfrutarla

Y encontrar su felicidad… desde el primer beso…

Encontraría el umbral del amor eterno y pensaría que soy…

La más bella para bailar” 

Patricia Kaas en el Casino de París,
en su espectáculo Kabaret

PATRICIA KAAS. Muchos años después tuve ocasión de sentirme fascinado por una dama más cercana, quizá, a la poesía que en ese momento embriagaba mis sentidos, pero también a la música que, por excelencia, reclamaba mi gusto por esa exquisita chanson parisienne de los cafés-conciertos de mi Café de París. Patricia comienza cantando precisamente canciones de Sylvie Vartan y Mireille Mathieu. Gerard Depardieu la descubre en 1985. En 1999 encumbra su carrera con Mademoiselle chante le blues, a la que sigue, entre otros, uno de sus más carismáticos temas, Mon mec a moi, cuya versión incluida en su reciente concierto “Kabaret” (enlace desde un click en el título de la canción) nos demuestra el estilo refinado e impecable que no envidia ni a la Mathieu ni a la propia Edith Piaf. Una prueba más es el final de ese memorable recital que dio en el Casino de París y cuyo final tenemos ocasión de ver en ese enlace. Cautivadora, deliciosa y provocadora, volvemos a contemplarla en otro momento. Soberbia la puesta en escena, los profesionales que la acompañan. Apasionada, intensa; así la vemos en este vídeo, cantando emocionada “Les hommes qui passent”, a los hombres que pasan con sus sonrisas y sus jóvenes corazones, soñando con noches de amor, volando bajo las estrellas.

Finalmente, desde el Olympia de París, nuestra Lady Kaas, nos canta Avec le temps. Y nos dice:

Patricia Kaas, apasionada, cautivadora, intensa,
deliciosa, sugerente, provocadora.

“Con el tiempo… todo se va,

El amor que adoramos,

Que vemos en una mirada

o en aquellas palabras bellas

o en tus juramentos…
bajo las estrellas”

Entonces… apareció mi personaje, aquel de un cuento que escribí una vez, embelesado y escuchándola, pensé, como él:

“Con el tiempo, todo se va y desfallece

y hasta el más grande amor se desvanece.

Se olvidan las voces, se van las pasiones,

se aleja el calor de aquellas canciones.

Con el tiempo, nuestras ilusiones se ven al revés

y aquel que fue “nuestro mundo” ahora, helado y vacío,
es… un gran Cabaret”.

El poeta que escribía sus canciones en los cabarets

JACQUES BREL. Imprescindible y obligada la mención y un enlace de lujo con aquella canción legendaria “Ne me quitte pas”. Jacques Brel, uno de los máximos representantes de la Chanson en los 60. Su canción desesperada, aquel inmortal poema, en el que el cantautor, con voz conmovedora, dramática en algunos pasajes, nos dice, entre otros de sus versos:

“No me dejes, todo se puede olvidar.

Yo te ofreceré perlas de lluvia venidas de países donde no llueve.

Yo escarbaré la tierra hasta después de mi muerte para cubrir tu cuerpo de oro y de luz.

Yo te inventaré palabras locas que tú comprenderás.

Yo te contaré la historia de un rey que murió por no haber podido encontrarte y te contaré el cuento de una princesa de tristes ojos que no dejó que su “campesino” la cuidase. No me dejes, no me dejes”.

Así era Jacques Brel; un poeta romántico, cargado de versos que revelaban a menudo cierta carga de oscuridad y amarga ironía.

Eva López le cantaba a su guitarrista y le susurraba
una escena bajo el cielo de París

EVA LOPEZ. Su deliciosa voz,  la de  una cantante francesa, que aunque afincada en Italia y apenas conocida en nuestro país, comenzó a deslumbrar a los aficionados de la Chanson con su sensibilidad musical cuando cantaba aquel nostálgico “Parlez-moi d´amour” para quienes visitaban, aquel Café de París, un cabaret de Saint-Germain-des-Près. Su insinuación interpretativa, exenta de cualquier actuación sofisticada, sencilla, pero pasional en algunos momentos, llega a conmovernos al límite cuando la vemos en directo, teniendo en cuenta la complicidad sentimental que le une a su guapo guitarrista, ahí detrás de ella. Nos canta también “Parle-moi d´Amour”. Y en un concierto muy íntimo, pero lejos del bello París, allá en el Kennedy Center, de Washington, nos acaricia con aquellos versos de “Bajo el Cielo de París”, que yo me permití retocar en aquel poema que publiqué en el Café de París:

Bajo el cielo de París y sobre el puente de las Artes,

en la magia de una noche y a la espera de un encuentro,

cuando el vals sonó en abril, cortejando a dos amantes,

un silencio sobrecoge, y una sombra no distante,

que al correr tras un destello una voz se desvanece

y se dice que en el Sena en sus aguas se fundieron.

Luego, Eva nos deleitaría con una “Boheme”, recordándonos aquel Café, junto al que un pintor solía retocar cada noche el retrato de una mujer que amaba, porque… “dicen” que si conseguía la perfección en las líneas y en los rasgos de su rostro y en el tono del color de sus ojos, la imagen dibujada se haría real y el sueño del pintor, de volver a encontrar a su amada, se realizaría.

Allí encontré a Stephanie tocando con su violín,
en aquella calle perdida de París. Nunca lo olvidaré

STEPHANIE VALENTIN. Es una violinista francesa, casi desconocida en su país, a la que encontré una noche tocando con otros tres músicos callejeros en un barrio muy bohemio de París; uno de ellos era el acordeonista Jo Labita y lo que interpretaban era Viaggio, una pieza buenísima de Richard Galliano, al que le siguió otro divertimento para acordeón y violín titulado Laurita. Lástima que la grabación, al parecer de la misma Stephanie, sea tan deficiente. La razón de incluirla en mi homenaje a “La canción de la semana” y de acompañarla a los artistas de lujo que preceden este documento, es debido a una versión que me encantó de una canción tradicional francesa titulada “Mon Amant de Saint Jean”. Stephan desgrana los primeros compases de la melodía con su violín y luego pone su tímida y candorosa voz para reanudar después el estribillo musical. Me encanta su Valse, que interpreta con violín eléctrico.

Dalida, la mujer que se suicidó
dos veces por amor a Luigi Tenco

“Las canciones de la semana” rindieron tributo también a chanson con la aparición en este blog de artistas tales, como aquella romántica DALIDA, aquella mujer que murió de amor dos veces; la primera cuando el hombre a quien amaga, Luigi Tenco, se suicidó porque estaba enamorado de otra mujer que no le correspondía; la segunda cuando en 1987, en la más terrible de las soledades, decidió acabar con su vida, al no poder olvidar su amor por Luigi. Dalida cantó pocos meses antes de morir, a sus 54 años… “él tenía 18 años”. Ahí la vemos, de blanco, quizá pensando en su eterno amor. FRANCO BATTIATO, con esa misma canción: Il venat d´avoir 18 ans, hizo un guiño emocionado y entrañable, después de fallecer Dalida, a ambos amantes, a quienes vemos en el vídeo: Luigi y Dalida. Hermoso álbum de imágenes el que aporta el autor del youtube.

Pasaron también Lara Fabian, que cantando Je t´aime, nos dijo: “Te he confiando todas mis sonrisas, todos mis secretos… te quiero, te quiero. En este silencio amargo he decidido perdonarte los errores que se comenten al amarse demasiado”.

Y finalmente, Charlotte Gainsbourg, la hija de Jane Birkin y Serge Gainsbourg, con su dulce voz, nos descubre nuevos matices en su versión de aquella hermosa canción “L´un part, l´autre reste”, que cantaba Sylvie Vartan. Charlotte nos adentra en un hermoso sueño del que yo mismo tengo dibujado en mi propia película, tal vez inmersa en mi querido blog.

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Es mi homenaje a "La canción de la semana". Mi tributo a los artistas y canciones que marcaron mi "dorada época", allá en los 60 y en los 70, y que luego maduró en forma de "platino" con esa gran representación de la música rock y del pop que llegó después. Es la elección que hice de mis publicaciones en la sección que lleva ese nombre en mi blog. (Los enlaces con los vídeos musicales se ejecutan haciendo click en los títulos marcados y en color resaltado)

Ángel González "Rusty Andecor"

(Continuará...)