Uno de estos días escribía: “El tiempo que pasa… es lo que hay. Y el que tenemos… el que nos queda”. Es curioso cómo el tiempo en que cae el polvo del reloj de arena que sostiene la chica de la flor roja en el pelo, parece que ésta intenta detener su transcurso. Quizá esa ninfa del tiempo nos cautiva con su belleza para distraer nuestra confianza en “el paso del tiempo” y no nos deja reflexionar sobre su pérdida inútil. Su imagen ya tuvo aquí su mensaje hace algún tiempo, cuando decía: "El tiempo en mis manos. Es nuestra eterna aspiración. Pero somos nosotros, los que estamos en manos del tiempo. Ni nuestro encanto, ni el dinero, ni el poder puede controlarlo, ni manipularlo, ni detenerlo".
Y les diría, a quienes nadan en la suerte y la abundancia, al todopoderoso que no le falta nada, como no le faltó al emir de Abu Dabi, pero que falleció hace días; a quienes les puede la vanidad y el poderío, a toda esa plaga de gente que está la mar de contenta con su indecencia y la porquería que le rodea, que la vida es tan breve como el trasiego de esa arena que cae al fondo de ese reloj. La caída del polvo arenoso es tan fugaz como la fracción del instante del presente. Justo, como ese presente efímero del que ahora disfruta esa gentuza tan infecta y podrida, al menos parte de esa que aparece todos los días en los medios televisivos de comunicación.
Por cierto... ¡Menos mal que se van a ir todos ellos… al infierno! (si es que lo hay, que debería haberlo). Por lo demás, y como ya he dicho otras veces, yo... mientras haya música, buen cine, excelente literatura (aunque con mi precaria vista puedo leer muy poco), algún fiel amigo, buen vino, un poco de poesía en la vida y belleza en el mundo... Y mientras, además de esto, pueda seguir escribiendo "tonterías" podré seguir disfrutando de ese tiempo de la vida que me quede, para mantenerme cuerdo. Que al paso que otros... terminarán... tontos de remate, que muchos ya lo están (y aún no se han enterado).
Ángel González "Rusty Andecor"
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